Cómo romper un corazón

24

Mi papá y yo estamos en la cafetería. Él me pide una ensalada, pero solo juego con ella, empujando las hojas de un lado a otro sin probar bocado. Tengo un nudo en el estómago que no se deshace.

Tres días después, ya no sé bien en qué día vivo. El tiempo en el hospital se vuelve raro, parece que se alarga y se contrae sin aviso, como si las horas fueran más densas aquí. Camino por los pasillos y veo rostros de personas que no conozco, pero siento que comparto algo con cada una de ellas. A algunos los veo llorar, otros solo miran al vacío, y noto cómo se sostienen entre sí con abrazos y miradas de consuelo.

De vez en cuando, también veo a alguien sonreír. Alguien que sale con buenas noticias, con esperanza en los ojos

Escucho la voz de Logan acercándose por el pasillo

—Reni, hola, bonita —dice Logan suavemente mientras toma mi mano. Me guía por el pasillo hacia la sala

Una vez que nos sentamos, Logan coloca la gran bolsa entre nosotros y empieza a sacar cosas una por una. 

—Tienes que comer algo, Reni —dice suavemente—. Puedes elegir.

Primero saca un sándwich envuelto en papel marrón, luego una pequeña ensalada fresca, con hojas verdes y tomates brillantes. Después, una manzana reluciente y un pequeño recipiente con uvas. También veo una rebanada de pastel, algo esponjoso y cubierto de glaseado que huele dulce. Saca, además, una taza de té que despide vapor y un vaso con un smoothie de colores vibrantes. Por si acaso, añade una taza de café y una botella de agua, cubriendo todas las opciones.

Observo la comida que Logan ha sacado con tanto cuidado y, luego, levanto la vista hacia él. Trato de decir algo, de esbozar siquiera una sonrisa, pero solo puedo mirarlo con una expresión vacía, perdida, cargada de una tristeza que me pesa en el pecho—Gracias, pero no tengo hambre 

Logan me observa con preocupación, su mirada se detiene en mis ojeras y en la palidez de mi rostro—¿Dónde está tu papá? 

Miro hacia el suelo, mis pensamientos girando en torno a mi abuelo— con el medico. 

Logan acaricia suavemente mi pelo, y siento el roce reconfortante de su mano en mi cabeza.

—Todo tu equipo de natación está preocupado por ti, Reni —me dice, su voz suave pero llena de determinación—. Pero a pesar de eso, ganaron la competencia. ¡Llegaron a la final!

Sé que Logan intenta distraerme, pero en este momento, no me importa. Mi mirada sigue clavada en el piso.

—Estoy seguro de que te dejarán nadar en la final. Eres la mejor del equipo —dice Logan, mientras me da un beso suave en la mejilla.

—No me importa, Logan —digo, sin levantar la mirada. Mi voz suena triste, carente de energía, como si cada palabra me costara esfuerzo.

Logan toma mi mano con suavidad, sus ojos fijos en los míos, buscando una respuesta.—Dime qué quieres que haga por ti

—No puedes hacer nada... —dije, la tristeza aplastante en mi voz, mientras mi mirada se perdía en el suelo

En ese momento, escucho pasos acercándose, y mi corazón se acelera. Al levantar la mirada, veo los zapatos de mi papá

—¿Qué dijo el doctor? —pregunto, mi voz apenas un susurro, pero cargada de urgencia.

Mi papá se detiene frente a mí, su expresión es seria, y puedo ver la preocupación en sus ojos. Toma un respiro profundo antes de responder.

—Dijo que tu abuelo ha pasado el riesgo más crítico —comienza, su voz tranquila pero cargada de emoción—. Ahora necesitamos monitorear su recuperación. Todavía es un camino largo, pero al menos ha dado un paso en la dirección correcta