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Logan toma su tiempo, consciente de cada reacción mía, y se movía con una intensidad controlada que me hacía suspirar y, a momentos, ahogar suaves gemidos que parecían resonar en el aire entre nosotros. Su toque era una mezcla perfecta de firmeza y ternura, sus manos explorando mi piel como si quisiera memorizar cada respuesta, cada suspiro entrecortado que escapaba de mis labios.

Mi respiración se volvía más rápida con cada uno de sus movimientos. Sentía sus labios en mi cuello, su aliento cálido rozando mi piel y dejando un rastro ardiente a medida que bajaba lentamente, sabiendo exactamente cómo hacerme perderme en él. Cada uno de sus besos parecía profundizar nuestra conexión, como si todo el mundo desapareciera, y fuéramos solo él y yo, sumidos en ese ritmo que compartíamos.

Aunque no podía verlo, sentía su mirada sobre mí, su presencia que me envolvía, y en esa oscuridad voluntaria, cada sensación, cada toque, se hacía más vívida, llevándonos a un nivel de intimidad que iba mucho más allá de las palabras.

Finalmente, sentí cómo se posicionaba entre mis piernas. La anticipación crecía dentro de mí, una mezcla de deseo y necesidad que casi me hacía perder la razón. Con un movimiento firme y seguro, me penetró, llenándome completamente. Un grito de placer brotó de mis labios, resonando en la habitación. Era una mezcla de dolor y placer que rápidamente se transformaba en una oleada de éxtasis. Cada embestida suya me hacía sentir más viva, más conectada a él, como si cada impulso profundizara el lazo que compartíamos.

Logan se movía rápidamente, su ritmo era intenso y apasionado. Cada uno de sus movimientos me hacía sentir cada vez más cerca de la locura. Los gemidos se escapaban de mis labios, mezclándose con el sonido de su cuerpo chocando contra el mío. Sentía cómo nuestras respiraciones se entrelazaban, creando un ritmo casi hipnótico, un eco de nuestro deseo compartido.

En medio de ese vaivén de sensaciones, cada embestida era un recordatorio de lo profundamente conectados que estábamos. Con su respiración agitada, Logan se dejó caer a mi lado en la cama, sus músculos aún temblando por la intensidad del momento que acabábamos de compartir. La atmósfera seguía cargada de un placer palpable, mientras el eco de nuestros gemidos aún resonaba en el aire. Poco a poco, recuperamos el aliento, y la calidez de su cuerpo al lado del mío me llenaba de una satisfacción indescriptible.

Con suavidad, él se giró hacia mí y, con una mirada que hablaba más que mil palabras, empezó a deshacer la venda que cubría mis ojos. La tela se deslizó suavemente, revelando la luz tenue de la habitación y su rostro, donde la confianza y el deseo aún brillaban. Al liberar mis ojos, sentí una mezcla de emoción y vulnerabilidad, pero también de una profunda conexión que solo crecía entre nosotros.

Logan me observó fijamente —¿Te gustó, amor? El sexo de reconciliación siempre es mejor —continuó, sus palabras cargadas de un humor travieso que solo él podía ofrecer en esos momentos

Asentí, sintiendo cómo el calor se acumulaba dentro de mí nuevamente. Había algo en la forma en que se movía, en su voz, que me hacía querer perderme en él una vez más. La conexión que compartíamos era innegable, y después de todo lo que habíamos experimentado, sabía que este momento era solo el inicio de una nueva etapa entre nosotros.

—Deberíamos discutir más seguido —dije con una pequeña sonrisa, disfrutando de la chispa en sus ojos mientras la broma flotaba entre nosotros.

Logan se echó a reír, una risa profunda y auténtica que llenó la habitación. Era el tipo de risa que me hacía sentir cálida por dentro, como si todo el mundo hubiera desaparecido y solo quedáramos nosotros. Despues me abrazó con fuerza, envolviéndome en su calidez. Su abrazo era reconfortante, como si todo lo que había pasado antes quedara atrás y solo existiera este momento. Sentí su corazón latiendo con fuerza contra mi pecho, un ritmo constante que resonaba en armonía con el mío.

Cómo romper un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora