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JULIETAHabían pasado unos días desde aquél altercado derivado en acoso en la fiesta de Alejandro, me había vuelto a cortar debido a la angustia y estuve un par de días sin salir de mi casa. Me sentía derrotada por la desmotivación que toda la situación me propinaba.
Por suerte, había llegado Mar a cambiarlo todo. La invité a quedarse conmigo en mi casa durante unos días porque la necesitaba muchísimo. Le conté todo lo que había pasado en la fiesta y ella me apoyó incondicionalmente, me consoló y entendió cuando no tenía a nadie mas que lo pudiera hacer.
La relación con Alejandro seguía igual de bien, hasta había mejorado. Todavía no me animaba a contarle sobre aquel acontecimiento en su baño porque sentía que iba a arruinar su amistad o que quizas no iba a creerme. Decidí que el silencio sería la mejor opción por el momento.
El morocho, Ale, me había invitado a otra fiesta: era un chico muy fiestero, le encantaba organizarlas y también asistir a otras muy seguido. Dudé un momento en ir o no, ya que, cuando me pasó la lista de invitados, vi el nombre de no uno sino dos de los hombres que me habían herido en el último tiempo: Guido y su amigo, Luca.
No estaba segura sobre querer ir, pero hace mucho no veía a Ale y lo extrañaba mucho, él también a mí. De una cosa si estaba segura: si llegaba a ir, debía mantenerme lo mas lejos posible de Luca. No quería ni cruzármelo, lo cual iba a ser más fácil, ya que la fiesta iba a ser en un salón más grande, y es que esta no era un festejo cualquiera, ya que se trataba del cumpleaños del morocho. Por esa misma razón, tampoco quería faltar. Iba a quedar como una hija de puta si no iba a su cumpleaños.
Aparte de Guido, también irían sus hermanos Patricio y Gastón, con los cuales no tuve casi interacciones, más que aquel ensayo del cual me escapé.
Hablé con Mar para que me ayudara a decidir si ir o no. Estábamos sentadas en mi cama tomando café.
- No se qué hacer, amiga... no me lo quiero cruzar a ese - dije jugando con mis anillos, mientras pensaba en todas las cosas catastróficas o caóticas que podrían pasar si iba.
- Pasa que la situación es difícil, Ju, te entiendo... - dijo poniendo una de sus manos en las mías y acariciando con su pulgar, para calmar mi notoria ansiedad.
Mar sabía que cuando jugaba con mis manos o con mis accesorios, era porque estaba ansiosa o nerviosa, y esta no era una excepción.
- ¿Y si te acompaño? ¿le joderá a Ale? - sugirió. - así, si vas, por lo menos no estás sola y estoy con vos cualquier cosa.
La verdad que no me parecía mala idea; si Marina me acompañaba, me iba a sentir mucho menos vulnerable, porque sabía que ella iba a cuidarme en caso de que pasara algo.
- Ahí le pregunto - dije agarrando mi celular para preguntarle a Alejandro si podía agregar a Mar a la lista de invitados.
Estaba rogando que por favor dijera que sí.
Finalmente, llegó la tan esperada respuesta: había accedido a invitar a Mar.
La fiesta era esa misma noche, todo muy rápido, si. Nunca entendí como, avisando con tan poca anticipación, siempre iban todos los invitados.
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GANAS DE VERTE | guido sardelli - airbag
DiversosEsta es la historia de Guido Armido Sardelli (35 años), y Julieta Parisi (24 años). Julieta es una prostituta. Tuvo que acudir a dicho "trabajo" por urgencias económicas, lo que la llevó a una cueva de sufrimiento, presión y ansiedad constante. En...