14. juegos de seducción

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JULIETA

Había empezado la primera tanda de baile y me la había pasado bailando con mi morocho y con mi mejor amiga, mis dos personas favoritas. Para mi mala suerte, había tenido que ver a Luca, pero todo quedó en un simple saludo, que igualmente había sido suficiente para asquearme.

En un momento, le di a Mar mi bebida y le dije que iba al baño.

Cuando entré al baño principal del salón, los tres cubículos estaban ocupados y aparentemente sobrepoblados, se escuchaban ruidos de besos. Asumí que iban a estar un buen tiempo ahí, asi que decidí ir directamente al baño que había en el patio que, además, era para una sola persona, por lo que tendría más privacidad y me sentiría más segura.

Al salir al patio, lo vi, por el rabillo del ojo, a Guido sentado en un puff, pero no le di importancia. No quería saber nada con el.

Entré al baño, que era muy lindo, cómodo, y por sobre todas las cosas, estaba limpio, e hice mis necesidades. De repente alguien tocó la puerta.

- ¡Ocupadoo! - grité desde adentro.

Me vi al espejo y noté mi maquillaje un poco corrido, asi que lo corregí y me saqué unas fotos.

Al terminar, abrí la puerta y vi lo que menos me esperaba ver: a Guido parado ahí mismo.

No llegué a decir ni una palabra ya que caminó hacia adentro del baño, empujándome a mi también, y cerró la puerta rápidamente.

Sinceramente, había quedado algo asustada desde lo que pasó con Luca. No creía que Guido fuera un abusador, para nada. Pero prefería evitar la incomodidad de la situación e irme.

- No jodas, Guido, dejame salir dale - le exigí, intentando mantener la calma.

El se apoyó sobre la puerta de brazos cruzados, impidiendo que yo pudiera hacer cualquier cosa para abrirla y salir.

- Opa, ¿y ese tonito? ¿desde cuando me hablás tan mal? - preguntó haciéndose el desentendido.

Me molestó que se estuviera haciendo el boludo, cuando él bien sabía las cosas que me dijo, y bien sabía que no me había pedido perdón tampoco. Seguía intentando mantener la calma pero empezaba a ponerme algo nerviosa. Decidí sacar a colación el tema de sus mensajes.

- Desde que me dijiste que me merecía todos mis problemas por ser prostituta - hice una pausa y lo miré fijamente a los ojos, con una mirada fulminante - ¿o no te acordás de todo lo que me dijiste?

Note que su expresión facial cambió radicalmente, seguro no se esperaba que le echara todo eso en cara. Se quedó en silencio, como pensando en que responderme.

Cada segundo que pasaba sin respuesta, me hacía perder más la paciencia, y pensaba en Mar, que estaba ahí sola con Alejandro. No estaba preocupada porque creía que iba a pasarle algo malo, sino porque ellos dos recién se conocían, y capaz Mar se sentía fuera de lugar o desentonada.

- Dejame salir, Guido, no te lo vuelvo a repetir. - volví a exigirle, sin obtener ninguna respuesta. - mínimo si vas a venir así a encerrarme, explicame por qué mierda me dijiste todo eso. Yo confiaba en vos, volví a Buenos Aires por vos, porque me hiciste creer que tenía a alguien en quien confiar, y al primer día ya te borraste, y de la peor manera. Estuve días sintiéndome sola y a la deriva, porque ya no tenía a nadie a quien pedirle ayuda por si me pasaba algo.

Empezaba a sensibilizarme un poco, sintiendo un nudo en la garganta que me estaba tensando hasta el cuello. Me dolía tragar saliva, me dolía respirar, me dolía hablar.
Intenté reprimir las lágrimas que sentía brotando en mis ojos, pero no lo logré. Le di la espalda al rubio para que no me viera.
En cada segundo que me mantuve en silencio, repasaba las cosas que me había dicho Guido, asi como también mis sentimientos al respecto. Recordaba lo traicionada que me sentía, recordaba el miedo espantoso que tenía por una probable aparición de Fernando.

GANAS DE VERTE | guido sardelli - airbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora