15. ganas de verte

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JULIETA

Aquella noche de la fiesta de cumpleaños de Ale había terminado mejor de lo que esperaba. Al terminar de ordenar el salón, fui a dormir con el morocho a su casa; era la primera vez que dormíamos juntos. También se convirtió en la primera vez que tuvimos relaciones.

Había sido muy amoroso, con él realmente sentí que había hecho el amor; se notaba el cariño que nos teníamos. Por otro lado, con Guido, si bien me había sentido respetada y muy cómoda, todo se sentía como si fuéramos animales desesperados por aparearse, en lugar de dos personas que se querían. Y era entendible, él no me amaba.

Hablando de Guido, la noche de la fiesta me había dejado un vacío indescriptible en el pecho. No sabía ni sé explicarlo. Me sentía muy culpable por haber traicionado a Ale, pero era inevitable caer ante los encantos del rubio, que todavía seguían poniéndome a sus pies.

No podía negarme a lo que él me pedía hacer; cuando me decía de vernos, aceptaba, por más que la culpa me destrozara luego. Ya había pasado una semana desde la fiesta y nos habíamos visto unas cuatro veces más. Estaba deseosa de verlo una y otra y otra vez.

A Mar no le parecía correcto, y yo no podía decirle nada, ya que tenía razón; estaba mal lo que estaba haciendo, estaba lastimando a una persona que me estaba ayudando con todos mis problemas, no se merecía eso. Yo lo amaba a Ale, no por nada éramos casi una pareja. Pero, por alguna razón, no podía dejar de desearlo a Guido, con quien el vínculo era pura y únicamente sexual, nada de charlas innecesarias sobre nuestras vidas; sabíamos a lo que íbamos.

Volviendo a Ale, había pasado la noche con él nuevamente, ya que su casa quedaba cerca del lugar donde debía ir a hacer una sesión de fotos al día siguiente, y él me ofreció quedarme para no tener que viajar demasiado.

Me había despertado con un desayuno en la cama, y yo no podía creer el hombre maravilloso con el que me había encontrado: tan detallista, tan amoroso, tan respetuoso... Desde mi traición, cada detalle que él tenía conmigo hacía que me sintiera peor al respecto. ¿Cómo pude haber sido tan hija de puta?

Mientras ambos disfrutábamos del desayuno y charlábamos un rato en la cama, llegó una notificación al celular de Alejandro que provocó que se pusiera nervioso y alejara rápidamente el teléfono de mi vista. Empecé a hacerme muchísimas preguntas, pero la que más se repetía era: "¿él también tiene a otra persona?". Por alguna razón, mi mente siempre se volcaba a pensar en el abandono de todos los que me rodeaban.

El simple hecho de pensar en que él estuviera escondiendo a una chica hacía que se me estrujara el corazón, pero tampoco podía quejarme demasiado; al fin y al cabo, yo estaba haciendo prácticamente lo mismo.

Decidí ignorar un poco ese momento sospechoso, y la charla continuó como si nada hubiera pasado, con risas, coqueteos sutiles, preguntas sobre qué haríamos durante el día, etc. Sin embargo, no duró mucho tiempo el momento de paz, ya que le sonó el celular a Alejandro; era una llamada de un contacto que no llegué a leer. Hasta ahí, todo parecía normal, pero lo que me pareció raro fue que se haya ido al baño a atender, ya que nunca hacía eso.

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ALEJANDRO

Mientras disfrutaba de un desayuno durante una mañana hermosa con Juli, recibí un llamado, y al ver ese nombre en la pantalla, sabía que no podía ignorar y hacerme el boludo. Sin decir demasiado, me levanté de la cama y fui directamente al baño, donde podría hablar con mayor privacidad. Había cosas de mi vida que debía ocultarle a la morocha.

GANAS DE VERTE | guido sardelli - airbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora