4. protegida por una mentira

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GUIDO

Al leer ese último mensaje que mandó Luca, algo me quedó dando vueltas en la cabeza. Julieta, o como mierda se llame, ¿me estaba mintiendo? ¿Tramaba algo raro? No podía evitar hacerme esas y otras preguntas más. Me sentía un poco engañado y, a la vez, intentaba tranquilizarme pensando: "capaz es un delirio de Luca".

Juli salió del baño y yo, con una expresión seria en mi cara, me acerqué a ella, la miré a los ojos en silencio y me crucé de brazos.

- ¿Todo bien? - se me quedó viendo confundida y desentendida - ¿Por qué me mirás así? - se rió con nerviosismo. Yo seguía en silencio. - Ay, dale, Guido, decim... - la interrumpí.

- Decime la verdad - dije con firmeza, sin despegar mis ojos de los suyos.

- ¿De qué me hablás? - hizo seña de puñado con la mano.

- Decime la verdad, Sofía - insistí, ahora llamándola por su nombre real. Noté que la expresión de su rostro cambió y pasó de confusión a impresión; se llevó una de las manos a la boca - ¿Y? Dale, flaca, ¿quién mierda sos? Decime ya. - Estaba empezando a impacientarme y enojarme un poco porque ella se mantenía en silencio -. Bueno, te vas YA MISMO entonces - me había hartado de esperar por una respuesta, se quedaba ahí, quieta y en silencio, y eso me hizo enojar. La agarré de los hombros y la hice caminar hasta la salida; salió de mi casa y cerré la puerta de un portazo.

Tenía mucha bronca, me sentía engañado y me sentía un pelotudo por creerle a una mina cualquiera que agarré del público. Lo único que esperaba era que no se pusiera a exponer nada de lo que había pasado anoche. Esperaba que ella no fuera así de forra.

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JULIETA

Y yo estaba parada ahí, en la puerta de la casa de Guido, pero del lado de afuera. Me había echado. Al principio no entendía cómo sabía mi nombre "laboral", y después recordé a su amigo. No sé por qué no me salieron las palabras para explicarle, simplemente no pude. Seguro él pensaba que le estaba mintiendo, y me dolía saber que, probablemente, se sintió engañado. Fue en ese momento que caí en la realidad de las cosas. Hace un rato me sentía una afortunada por estar gozando de momentos compartidos con mi amor platónico del rock, y ahora había vuelto a ser la misma puta fracasada sin cariño.

Pensé en tocar la puerta para intentar hablar con él, pero decidí no hacerlo y simplemente caminé hasta una parada de algún bondi que me dejara cerca de mi casa.

Finalmente, pude volver y le conté todo a Mar por WhatsApp. Un ratito después de haber hablado con ella, se apareció en mi casa sorpresivamente. Bajé a abrirle y la miré en silencio y con cara de angustia. Ella suspiró y me abrazó.

- Bueno, amiga, tranquila... - dijo sin separarse del abrazo, en un tono de voz relajante. - Es un tarado, y el amigo de él también es un idiota.

- Sí, Mar, pero yo tampoco le expliqué nada, ¿entendés? Habrá pensado cualquier cosa - suspiré.

- Bueno, gordita, pero en algún momento capaz le puedas explicar mejor - se alejó del abrazo.

- ¿Cuándo? ¿Vos pensás que él me va a querer ver de vuelta? Si tiene ochocientas minas atrás, mirá si justo se va a fijar en una que él cree que es una mentirosa. Ya fue, no sé. Total, siempre va a ser un imposible, es famoso, mujeriego hasta los huevos, y encima - alcé un poco la voz para enfatizar - ahora me odia - sonreí sarcásticamente. - Ya está, amiga. Fue algo de una noche y punto, qué sé yo. - Me hice la que no me importaba la situación, pero en realidad me sentía una cagona por no haberle explicado nada.

GANAS DE VERTE | guido sardelli - airbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora