iii. El problema de Harry.

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∗Harry∗

Iba caminando tranquilamente pero a la vez me sentía muy tenso. Aquella mocosa iba andando a mi lado, casi no la conocía y ya estaba caminando a mi lado. Tampoco era idiota, sabía que lo hacía para molestar a Eve, esa niña malcriada. Ella no decía nada, yo tampoco pensaba hablar, pero me podía dar cuenta que estaba todo el rato jugando con su pelo. En ese momento me miró y sonrió.

—Oye, Harry —me dijo con un tono tranquilo—. Gracias por dejarme ir contigo.

—Pensaba dejarte si te mantenías callada —le contesté para que no volviera a hablar, en vez de eso se puso a reír. Estaba empezando a cansarme eso—. ¿Y ahora de que te ríes?

—¿Me mandas callar? —yo asentí y ella amplió su sonrisa—. Pero si no hablamos no podremos conocernos.

—No tenía intención de conocerte —fruncí el ceño ante las tonterías que decía.

—¿Enserio? —ella volvió a jugar con su melena morena—. Yo pensé que si me habías dejado la sudadera era porque tenías algo de confianza en mí.

—¿Confianza? —pregunté irónico.

—No sé de que te extrañas —ella paró de andar y no sé porque yo hice lo mismo—. Harry tú... tú sabes cual es mi problema, ¿verdad?

—La verdad es que tus problemas me importan poco.

—Supuse que dirías eso —ella hizo una sonrisa falsa y me miró—. Me refiero a las drogas.

—Si te juntas con esa panda, todo el mundo sabe que acabarás enganchada a esas mierdas —respondí y me di la vuelta para seguir andando.

—¡Harry! —ella me agarró del brazo y yo me solté corriendo—. Yo no quiero seguir así... ¿me podrías ayudar?

—¿Ayudarte a ti? ¿Una mocosa? —los ojos de ella rogaban porque la socorriera, pero intenté evitarla—. Va a ser que no. Yo no tengo nada que ver contigo.

—Pero...

—¿Pero qué? —pregunté interrumpiéndola—. ¿Piensas qué porque te dejé mi sudadera confió en ti? ¿Que porque te dejo andar a mi lado, voy a ser tu amigo? Lo único que inspiras tú, es pena.

—¿Te... te doy lástima? —me fijé en cómo aquellos ojos azules empezaron a inundarse por las lágrimas. Sentí como una punzada en todo el cuerpo.

Ella salió corriendo cubriéndose la cara con una mano. Me sentía mal por haberle hecho eso. La agarré por la muñeca y la di la vuelta para verla a los ojos. Estaba llorando como una niña pequeña, aunque en el fondo seguía siendo una niña.

—¿De verdad te doy pena? —me preguntó haciendo que me doliera más esa punzada.

—Si de verdad quieres que te ayude será mejor que dejes de hacer esas preguntas y sobre todo dejes de llorar —ella se quitó las lágrimas y volvió a sonreír.

—¿Me vas a ayudar? —preguntó emocionada.

—Eres la primera que pide ayuda para esto —le contesté y ella se abrazó a mí, la maldije porque por su culpa sentía que mis mejillas estaban empezando a arder. La aparté con cuidado y miré a otro lado para que no viera el sonrojo—. Sólo te aviso, no vuelvas a hacer esto.

—¡Sí, mi capitán! —ella empezó a reír.

• • • • •

Al final seguimos andando y todo el camino estuvo hablándome de todo lo que le había hecho Eve. De como había acabado presa de las drogas, de todas las noches que tenía que fingir malamente para que su madre no la viera tanto colocada como borracha.

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