ii. No hay venganzas.

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El camino hasta el instituto se me hizo largo e incómodo. No podía parar de mirar a Harry que estaba con un semblante serio y frío mirando al frente. Él no habló para nada, pero yo lo entendía. No me conocía de nada, tan solo escuchó los rumores que decían de mí por ahí, aún así yo sabía que él no era tan idiota como los demás para creer las tonterías que iban diciendo. No sabía por qué pero estaba segura de ello, a pesar de que yo tampoco le conocía. Lo único que sabía de él, según Eve, que era todo músculo. Ella decía que Harry era el único que sabía hacerla sentir una mujer, pero viéndolo desde mi punto de vista, ella solo decía mentiras para que nos lo creyéramos. Estaba segura que él jamás tuvo nada con esa idiota ni que tampoco querría.

Llegamos al instituto después de aquella situación tan tensa de no hablar. Paramos frente a la puerta del edificio y me quedé mirándole, él se giró y me miró también.

-¿Qué clase tienes? -pregunté para poder tener aunque fuera una pequeña conversación con él, pero me di cuenta que su mirada se dirigía a otra parte.

Miré en la dirección que él estaba observando. Apoyados en los coches se encontraba mi antiguo grupo de amigos, si se les podía llamar así. Entre ellos Eve que no paraba de reír. Desde mi punto de vista parecían un payaso y sus títeres, eso me angustió. Yo antes formaba parte de su maldito teatro. Aparté la mirada para ver a Harry pero ya no estaba, se había ido. Suspiré y entre al edificio.

Caminaba en silencio por los largos pasillos del instituto abarrotados de adolescentes haciendo el tonto. De repente escuché como me llamaban pero yo no quería darme la vuelta para comprobar que era algún idiota que quería divertirse a mi costa. Sentí una mano fría agarrando mi brazo, decidí darme la vuelta y encarar a quien me estaba llamando, pero para mi sorpresa no era quien yo imaginaba.

-Gina -sonreí al ver a mi vieja amiga. Gina Russell.

-¿Qué haces aquí, Nora? -me preguntó preocupada mientras me tomaba del brazo para que la siguiera-. No creo que estés en condiciones para venir.

-Estoy bien.

Gina me llevó a un aula que casi siempre estaba vacía y allí, a oscuras, nos encontrábamos las dos. Ella subió las persianas para tener un poco de luz y yo me senté en una de las mesas.

-Siento no haber podido ir a verte al hospital -me dijo mientras la veía caminar hasta ponerse enfrente mía con la cabeza gacha.

-Quien debería disculparse soy yo -tragué saliva y ella levantó la cabeza y se quedó mirándome-. Si nunca me hubiera juntado con Eve... te dejé sola cuando tú eras mi mejor amiga.

-Nora, lo importante no es ser conocida -me decía mientras jugaba con su pelo oscuro que le llegaba hasta la cintura-. Si supieras todo lo que se ha dicho de ti mientras estabas hospitalizada.

-¿El qué? -pregunté asustada y ella tomó mi mano para que me tranquilizara.

-Eve se enteró de tu intento de suicidio... -ella tomó aire y luego lo soltó con tranquilidad-. Empezó a decirlo como si se tratara de algo natural.

-Zorra asquerosa -apreté la mano de Gina mientras evitaba llorar, mi autoestima no estaba mejor que antes y esto solo lo empeoraba.

-Vamos a clase, Nora -pidió ella que estaba temblando-. Llegaremos tarde a matemáticas.

Las dos salimos de aquella aula y nos dirigimos a la nuestra. Pensaba cada dos por tres en lo que me dijo Gina. Yo no podía parar de mirarla porque le hice daño y a pesar de ello ha estado comportándose como si no le hubiera hecho nada. Ella era una amiga de verdad mientras que Eve era la falsedad en persona. Se enteró de que había intentado suicidarme y en vez de hablar conmigo o ir a verme al hospital, se lo contó a todo el mundo. ¿Cómo se puede tener la conciencia tan tranquila cuando fue ella quien provocó esto?

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