vii. La custodia.

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Llegué a mi casa cuanto antes, debía hacer deberes y así retomar el curso que casi dejé pasar, además de una manera de olvidar por un momento a Harry. Cuando llegué me sorprendí al ver a mis padres sentados en el sofá mientras leían unos papeles. Fruncí el ceño, no me gustaba nada esa imagen. Ellos levantaron la vista de aquellas hojas y me miraron. Mi madre sonrió falsamente mientras que mi padre lo intentaba malamente.

-¿Qué haces aquí? -pregunté mirando a mi padre mientras me cruzaba de brazos.

-Nora, por favor -habló mi madre con calma-. Trata con más respeto a tu padre.

-¿Mi padre? -volví la mirada a él-. ¿Por qué has venido?

-Nora -se levantó del sofá pero no se movió, lo único que hacía era mantener la mirada en mí-. Estuve hablando con tu madre estos días...

-Que extraño -le interrumpí con un tono frío.

-Por favor -dijo pidiéndome silencio y luego continuó hablando-. Nora, te lo diré directamente, creo que ese instituto no es para ti.

-¿Qué? -le miré más molesta, no deseaba que lo que pasaba por mi cabeza fuera lo que él diría.

-Cuando acabes el curso vendrás a vivir conmigo. -aquellas palabras que pasaban por mi cabeza las pronunció él, apreté con fuerza mis puños, estaba muy cabreada-. Tu madre me cederá tu custodia.

-¡Y no me has dicho nada! -le grité a mi madre que estaba apenada, pero mi ira me cegaba. No podía pensar en lo que ella podría estar pasando-. ¡Todo el tiempo has hablado con él a mis espaldas y no me lo has dicho!

-Nora, no le grites. -dijo mi padre mientras me agarraba del brazo para que me calmara.

-¡No me toques! -me zafé de su agarre con brusquedad y los miré con odio-. ¡Tú nunca te preocupaste por mí! ¡No vengas de buen padre ahora porque no quiero nada de ti!

-Lo mejor es que vengas a vivir conmigo...

-¡No! -gritaba mientras daba pasos hacia atrás-. ¡No quiero verte, ni oírte! ¡Quiero que te vayas!

-¡Nora! -se levantó mi madre que estaba llorando-. Trata a tu padre con más respeto.

-¡Este hombre no es ni será nunca mi padre! -dije mirando como él agachaba la cabeza y mi madre volvía a sentarse llorando-. Lo único que quiero es que se vaya lejos y no vuelva jamás ¡Jamás!

Me di la vuelta y me encerré en mi habitación. Tiré la mochila a un lado y me tumbé en la cama, no podía dejar de llorar. Estaba molesta, él nunca se interesó en su hija, solo en su trabajo, nada más. De lo único que me arrepiento es de haber gritado a mi madre. No me sentía orgullosa de mis palabras, un padre era un padre, pero para mí poco lo fue él...

Flash Back.

Tenía once años, estaba haciendo mi maleta para irme de vacaciones. En mi armario vi dos vestidos de verano, uno era azul claro y otro era blanco. Estaba dudando un poco, los tomé los dos y salí corriendo a la habitación de mi madre.

Llamé a la puerta y oí su voz quebrada. Me extrañó un poco pero lo ignoré, entré con una sonrisa que desapareció al ver a mi madre quitándose un par de lágrimas, entonces descubrí por que era el tono de su voz.

-Mamá -me acerqué a ella preocupada-. ¿Estás bien?

-Tranquila, cariño .-sonrió falsamente, yo solamente intenté creerla, no quería recordarle aquello que la angustiaba para hacerla llorar nuevamente-. Nora...

-Espera, antes de que digas algo -sonreí mientras le mostraba mis vestidos-. ¿Cuál me llevo? El azul es muy bonito y es un buen color para el verano, pero el blanco también... lo que pasa es que soy muy blanca y puede que no vaya conmigo. ¡Pero en verano me pondré morena y me quedará muy bien!

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