Mientras la brisa suave de la noche acariciaba las cortinas del cuarto, Tom dormía profundamente junto a Bill. Sin embargo, en su mente, los sueños comenzaron a tomar un giro oscuro. Las imágenes distorsionadas de su pasado se entrelazaban con sombras amenazantes, y una sensación de angustia lo envolvía. En medio de esa pesadilla, un nombre surgió de sus labios—Jessica—
Bill, que se encontraba en un estado de medio sueño, se sobresaltó al escuchar el nombre. Su corazón dio un vuelco, y una punzada de curiosidad y preocupación lo invadió. ¿Quién era Jessica? ¿Qué significaba para Tom? La mente de Bill comenzó a trabajar a mil por hora, intentando desentrañar el misterio que se escondía tras ese nombre. Mientras observaba el rostro de Tom, que se contorsionaba en una mezcla de temor y vulnerabilidad, se sintió impotente. No podía hacer nada para ayudarlo en ese momento, pero la duda lo consumía.
La pesadilla continuó, y Tom murmuraba incoherencias, atrapado en su propio tormento. Bill se acercó un poco más, deseando reconfortarlo, pero al mismo tiempo sintiendo que había una barrera invisible que lo separaba de la verdad. En su mente, una serie de preguntas se acumulaban: ¿Por qué Tom había mencionado a Jessica? ¿Era alguien del pasado? ¿Tenía algo que ver con sus propios demonios internos? La inquietud creció en su pecho, y aunque sabía que era importante respetar el espacio de Tom, no podía evitar sentir que había algo más profundo que necesitaba ser descubierto.
Cuando finalmente la pesadilla de Tom comenzó a disiparse, él se despertó con un sobresalto, su respiración agitada. Bill, que había estado observando en silencio, decidió romper el hielo.
-Tom, ¿estás bien? Te escuché murmurar un nombre... Jessica— . La voz de Bill era suave, casi como un susurro, pero suficiente para que Tom lo escuchara. Un silencio pesado llenó la habitación mientras Tom procesaba lo que acababa de suceder. La revelación de que había mencionado a Jessica lo hizo sentir expuesto y vulnerable, y por un momento, no supo cómo responder.
Bill lo miró con preocupación, deseando que Tom se abriera, que le contara lo que había detrás de esa pesadilla y quién era Jessica. Era un momento crucial; la confianza y la conexión entre ellos estaban en juego. Tom sabía que debía compartir su secreto, pero el miedo a herir a Bill o a abrir viejas heridas lo mantenía en silencio. La atmósfera se tornó tensa, y ambos sabían que ese momento podría cambiar todo entre ellos. La noche se alargó, y mientras las estrellas brillaban en el cielo, la incertidumbre de lo que vendría se cernía sobre ellos como una sombra, esperando a ser revelada.
Tom, con una mezcla de ansiedad y determinación, miró a Bill a los ojos. Sabía que había algo en su pasado que podía amenazar la tranquilidad que habían construido juntos.
-No es nadie de quien debas preocuparte, solo alguien del pasado— le dijo, intentando restar importancia a la situación. Sin embargo, la duda en los ojos de Bill no pasó desapercibida.
Tom sintió un nudo en el estómago al ver la incertidumbre en el rostro de Bill. Se acercó un poco más, sus voces casi susurradas en la atmósfera cargada de tensión.
-Lo importante es que estamos juntos ahora— insistió, su voz temblando ligeramente. —Eso es lo que realmente cuenta.
A pesar de sus palabras, la sombra de su secreto lo perseguía. Tom sabía que, aunque quería proteger a Bill de su pasado, también era un peso que llevaba solo. La vulnerabilidad en su mirada era palpable, y en ese momento, Tom se dio cuenta de que no solo estaba tratando de consolar a Bill, sino también de convencerse a sí mismo de que su amor era suficiente para enfrentar cualquier oscuridad que pudiera surgir. La conexión entre ellos, aunque fuerte, estaba amenazada por los secretos no revelados, y Tom se preguntaba cuánto tiempo podría seguir ocultando la verdad antes de que todo se desmoronara.
Bill, con un tono suave y sereno, se acercó a Tom, sus ojos reflejando una mezcla de preocupación y curiosidad.
-¿Quién es?— preguntó en susurros, casi como si temiera que el eco de su voz pudiera romper la burbuja delicada que habían creado entre ellos. La atmósfera estaba cargada de tensión, y Tom sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho.
Tom, sintiendo la vulnerabilidad de Bill, decidió que era el momento de calmarlo. Se acercó un poco más, dejando que su voz fluyera con ternura.
-No tienes que preocuparte por eso— dijo, su tono lleno de dulzura. —Eres lo más importante para mí. Lo que importa es que estamos aquí, juntos, y eso es lo que cuenta en este momento.
Con cada palabra, Tom trataba de envolver a Bill en una manta de tranquilidad.
-Tu sonrisa, tu risa, todo lo que eres me hace sentir vivo— continuó, buscando la forma de disipar las sombras de su pasado. —No hay nadie más en mi vida que tú. Eres la luz que ilumina mis días oscuros, y no quiero que nada ni nadie te haga sentir inseguro.
Tom tomó una respiración profunda, sintiendo el peso de sus propios secretos, pero decidió que era vital que Bill supiera cuánto significaba para él.
-Lo que viví antes no puede compararse con lo que tenemos ahora— afirmó con firmeza. —Te prometo que haré todo lo posible para proteger lo que hemos construido. No dejes que mis sombras te afecten. Eres mi refugio, y siempre estaré a tu lado.
Mientras hablaba, la conexión entre ellos se hacía más fuerte, y Tom se dio cuenta de que, aunque su pasado era complicado, su amor por Bill era un faro que podía guiarles a través de cualquier tormenta.
Los días en la playa habían sido un sueño hecho realidad. La brisa marina acariciaba sus rostros mientras el sol brillaba intensamente, y cada momento compartido entre Bill y Tom se sentía como una eternidad de felicidad. Habían nadado juntos en aguas cristalinas, riendo y jugando como si el tiempo no existiera. Las noches estaban llenas de conversaciones profundas, miradas cómplices y promesas susurradas bajo el manto estrellado.
Sin embargo, a medida que el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, la realidad se hacía cada vez más palpable. Era momento de regresar a Francia, y con ese pensamiento, una mezcla de nostalgia y tristeza llenaba el aire. Tom miró a Bill mientras ambos se sentaban en la arena, los dedos entrelazados, sintiendo la calidez del otro.
-No quiero que esto termine— murmuró Tom, su voz apenas un susurro entre el sonido de las olas.
Bill, sintiendo la misma tristeza, le sonrió con ternura.
-Lo sé, pero siempre tendremos estos recuerdos— respondió, intentando infundir optimismo en un momento tan melancólico. —Podemos volver, y siempre habrá un lugar especial para nosotros aquí— Tom asintió, aunque el nudo en su garganta no desaparecía. Sabía que los días en la playa habían sido un refugio, un escape de las realidades que les esperaban.
Mientras empacaban sus cosas, Tom no podía evitar mirar a Bill, sintiendo una profunda conexión que iba más allá de las palabras.
-Prometamos que, sin importar lo que pase, siempre encontraremos tiempo para nosotros— dijo Tom, su mirada intensa. Bill lo miró fijamente, y en ese instante, supieron que su amor era lo suficientemente fuerte como para superar cualquier distancia. Con una última mirada al océano, se dieron la mano, listos para enfrentar lo que les esperaba, pero con la certeza de que siempre llevarían consigo la magia de esos días increíbles en la playa.
ESTÁS LEYENDO
Sin Salida
FanfictionEstar en un cuarto frío y oscuro, teniendo un reflector de luz blanca apuntando a tus ojos es totalmente incómodo, esperando a que alguien entre, en un profundo silencio, mi mente había bloqueado todo recuerdo de esa noche, solo se que mis manos y m...