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Bill observó a Tom, notando la tensión en sus hombros y la forma en que evitaba su mirada. Decidió que necesitaba hacer algo para ayudar a su pareja.

-Tom—  comenzó, su voz suave y reconfortante —¿qué te parece si vienes a mi casa esta noche? Podríamos relajarnos un poco, y así podrías cuidar esa herida con más tranquilidad.

Tom levantó la vista, sorprendido por la propuesta.

-¿A tu casa? No sé, Bill... no quiero ser una carga— respondió, sintiéndose un poco incómodo.

Bill sacudió la cabeza, insistiendo.

-No es una carga, amor. De verdad quiero que estés bien. Además, tengo todo lo que necesitamos para curar tu mano. Podemos ver una película, comer algo y simplemente pasar un buen rato juntos. Te prometo que te sentirás mejor.

La oferta resonó en el corazón de Tom. La idea de estar en un lugar familiar y acogedor, lejos de las preocupaciones, era tentadora.

-Bueno, suena bien— admitió, una pequeña sonrisa asomándose en su rostro. —Creo que podría usar un poco de tiempo contigo.

-Perfecto— dijo Bill, aliviado y emocionado. —Solo recoge lo que necesites, y podemos ir. Quiero asegurarme de que te sientas cómodo y que esa herida no te cause más problemas.— La calidez en su voz hizo que Tom se sintiera más tranquilo, y mientras se preparaban para salir, una sensación de esperanza llenó el aire entre ellos, fortaleciendo aún más su conexión.

Al llegar a casa, Bill sonrió ampliamente y le dijo a Tom

-Bienvenido, siéntete como en tu casa— La calidez de su bienvenida hizo que Tom se sintiera más relajado. La atmósfera en el lugar era acogedora, con luces suaves y el aroma de la cena que Bill había preparado flotando en el aire. Tom se dejó llevar por la sensación de estar en un lugar seguro, un refugio donde podía ser él mismo sin reservas.

Mientras Bill comenzaba a curar la herida de Tom, notó algo inusual en la forma en que estaba herido.

-Espera un momento— dijo Bill, frunciendo el ceño mientras limpiaba la herida con cuidado. —Esto no parece un accidente de cocina. ¿Qué pasó realmente?— Su voz era suave, pero había una preocupación genuina en su mirada. Bill sabía que Tom a veces ocultaba lo que realmente sentía, y esta era una oportunidad para que ambos se abrieran y se apoyaran el uno al otro.

Tom dudó por un instante, sintiéndose vulnerable bajo la atención de Bill. Sabía que su pareja solo quería ayudar, pero la verdad detrás de su herida era complicada y dolorosa.

-Es solo que... a veces me siento abrumado— confesó finalmente, su voz casi un susurro. —No fue solo un accidente. Me dejé llevar por la frustración y, bueno, no supe manejarlo.

Bill lo miró con empatía, entendiendo que había más detrás de las palabras de Tom.

-Amor, estoy aquí para ti. No tienes que pasar por esto solo— dijo Bill, tomando la mano de Tom con suavidad. —Podemos hablar de lo que sea que te esté molestando. Quiero que sepas que siempre puedes contar conmigo.

A medida que continuaban con la cura, Tom comenzó a abrirse un poco más. Habló sobre las presiones que sentía en su vida diaria, la lucha por equilibrar su carrera y su vida personal, y cómo a veces se sentía atrapado. Bill escuchaba atentamente, asegurándose de que Tom supiera que no estaba solo en sus luchas.

-Todos enfrentamos momentos difíciles, pero lo importante es que no te aísles— le recordó Bill, mientras terminaba de vendar la herida.

La conversación fluyó de manera natural, y poco a poco, Tom se sintió más ligero. Hablar sobre sus sentimientos le permitió liberar parte de la carga que llevaba.

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