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Tom se sentaba en la oscuridad de su habitación, la luz de la luna filtrándose a través de las cortinas, proyectando sombras inquietantes en las paredes. Había pasado un mes desde la última vez que había hablado con Bill, y cada día que pasaba, el peso de la ausencia se hacía más pesado en su pecho. La pesadilla que había tenido sobre Jessica lo había dejado más afectado de lo que quería admitir. En sus sueños, ella aparecía con una sonrisa que lo desarmaba, pero al mismo tiempo, su risa se convertía en un eco de lo que había perdido.

Mientras tanto, Bill parecía llevar su vida como si nada hubiera pasado. Se movía con una ligereza que irritaba a Tom, quien no podía evitar sentirse atrapado en un ciclo de tristeza y confusión. Cada vez que veía a Bill reír con otros, una punzada de celos y dolor lo atravesaba. ¿Cómo podía ser que Bill no se diera cuenta de lo que estaba pasando? O peor aún, ¿acaso no le importaba? La idea de que Bill pudiera estar ignorando su sufrimiento lo llenaba de rabia y frustración.

Bill, por otro lado, aun sufría con la confesión de Tom, pero lo ocultaba bien. Había estado lidiando con sus propios sentimientos, una mezcla de confusión y dolor que lo mantenía alejado de Tom. No quería acercarse nuevamente, temía que cualquier intento de reconexión solo abriría viejas heridas que aún no estaban listas para sanar. Cada vez que veía a Tom, su corazón se aceleraba, recordándole la intensidad de lo que había compartido.

A pesar de su fachada despreocupada, Bill pasaba las noches en vela, reflexionando sobre lo que significaba la relación entre ellos. Se preguntaba si Tom había sentido lo mismo que él en aquel instante vulnerable. Pero la idea de que su ex pudiera estar sufriendo lo paralizaba. La culpa lo consumía; quería ser fuerte para Tom, pero la verdad era que también necesitaba su espacio para procesar lo que había sucedido.

En su mente, Bill repetía que debía ser paciente, que tal vez con el tiempo las cosas se aclararían. Sin embargo, la distancia entre ellos se hacía cada vez más dolorosa. La lucha interna entre acercarse a Tom y proteger su propio corazón se convertía en un ciclo interminable. A medida que los días pasaban, la incertidumbre crecía, y la pregunta seguía sin respuesta ¿podrían encontrar un camino de regreso el uno al otro?

Tom se está volviendo paranoico, sintiendo que Jessica lo observa desde las sombras. Cada crujido en la casa, cada susurro del viento, parece intensificar su ansiedad. A pesar de su creciente temor, Tom hace todo lo posible por no dejarse llevar por el espíritu de ella. Se repite a sí mismo que no puede dejar que el miedo lo consuma, que debe mantenerse fuerte y racional.

Sin embargo, la línea entre la realidad y su imaginación se vuelve difusa. Las noches se convierten en un tormento; se despierta en medio de la oscuridad, sudando y con el corazón acelerado, convencido de que está siendo observado. Intenta distraerse, sumergiéndose en actividades cotidianas, pero la sensación de ser seguido lo persigue. Cada vez que siente una presencia, su mente lo lleva a recordar momentos con Jessica, lo que solo intensifica su conflicto interno.

Tom sabe que debe enfrentar sus miedos, pero la idea de confrontar el pasado lo aterra. Se siente atrapado entre el deseo de liberarse de la carga de Jessica y la necesidad de entender lo que realmente sucedió. Mientras lucha con estas emociones, su paranoia se convierte en un reflejo de su dolor no resuelto, y se pregunta si alguna vez podrá escapar de la sombra de su recuerdo.

Tom se siente abrumado por el arrepentimiento desde que visitó el campo santo el día que llegaron a Alemania. Esa decisión lo persigue, ya que cree que al ir a ver a Jessica, de alguna manera intensificó la culpa y el peso del asesinato que cometió. Cada vez que recuerda ese momento, se siente como si hubiera reabierto viejas heridas y avivado fantasmas que pensaba que había enterrado.

La imagen del cementerio se convierte en un símbolo de su culpa, un lugar donde se enfrentan sus miedos y su responsabilidad. Tom se pregunta si su visita fue un intento de buscar redención o si, en cambio, fue un acto de desesperación que lo llevó a un camino aún más oscuro. La conexión entre su pasado y su presente se vuelve cada vez más dolorosa, y la sombra de Jessica lo sigue, recordándole constantemente el peso de sus acciones.

Los flashbacks que tiene Tom sobre el asesinato lo están volviendo loco. Cada vez que cierra los ojos, las imágenes regresan con fuerza: la cuerda, la pala y sus manos ensangrentadas. Estos recuerdos lo atormentan, llenándolo de una angustia profunda que parece no tener fin.

La repetición de esos momentos lo hace cuestionar su propia cordura. Se siente atrapado en un ciclo de culpa y desesperación, donde cada detalle se convierte en un eco de su crimen. La visión de la cuerda le recuerda la pérdida de control, la pala simboliza el acto irrevocable, y sus manos, manchadas de sangre, son un recordatorio constante de que no puede escapar de lo que ha hecho. Esta tormenta de recuerdos lo consume, y Tom se pregunta si alguna vez podrá encontrar la paz o si está destinado a vivir en la sombra de su pasado.

Tom solo quería ser un joven modelo y estaba emocionado por las sesiones de fotos con Audi. Cada clic de la cámara le daba una sensación de validación y alegría, soñando con un futuro brillante en el mundo de la moda. Sin embargo, todo cambió drásticamente después de la confesión que hizo a Bill. En ese momento, la realidad lo golpeó con fuerza; entendió que su carrera en el mundo de la fotografía estaba en peligro.

La confesión no solo reveló sus sentimientos más profundos, sino que también trajo consigo un torrente de emociones conflictivas. La culpa lo invadió, y la idea de que sus acciones pudieran afectar su carrera lo atormentaba. Cada vez que miraba las fotos que una vez le hicieron sentir tan vivo, ahora solo veía un recordatorio de lo que estaba en juego. La presión de mantener su imagen y la incertidumbre sobre cómo Bill reaccionaría ante su revelación lo dejaron en un estado de confusión y angustia.

Mientras intentaba navegar por estos sentimientos, Tom se dio cuenta de que la felicidad que había encontrado en su carrera se había desvanecido. Se sentía atrapado entre su deseo de ser un modelo exitoso y el peso de su pasado que lo seguía como una sombra. La lucha interna entre su ambición y sus emociones lo llevó a cuestionarse si alguna vez podría recuperar la pasión que una vez sintió por la fotografía. En su mente, la pregunta persistente era si podría reconciliar su vida profesional con sus sentimientos por Bill, o si estaba destinado a perderlo todo por un momento de verdad.

Sin Salida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora