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Tom se despertó lentamente, pudo descansar un poco más ya que no hania dormido nada, la luz del sol filtrándose a través de las cortinas, pero su mente seguía atrapada en la oscuridad de la pesadilla que lo había perseguido toda la noche. Se giró suavemente, encontrando a Bill dormido a su lado, su rostro sereno y tranquilo. El contraste entre la paz de Bill y el caos en su interior lo hizo sentir un nudo en el estómago.

Con un suspiro profundo, Tom se sentó en la cama, sintiendo la necesidad de proteger a Bill de la tormenta que aún rugía en su corazón. Sin embargo, no quería que Bill lo viera así, vulnerable y quebrado. Así que, con cuidado, se levantó y se dirigió al balcón, donde el aire fresco le ofrecía un pequeño alivio.

Mientras miraba el horizonte, sintió una mano en su hombro. Era Bill, que lo había seguido.

-¿Qué haces aquí?— preguntó suavemente, su voz cargada de preocupación.

Tom se giró, sintiendo una mezcla de alivio y temor.

- Solo necesitaba un momento— respondió, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta. Bill lo abrazó desde atrás, y Tom sintió que el calor de su amor lo envolvía, dándole la fuerza que tanto necesitaba.

-Estoy aquí para ti, siempre— susurró Bill, y por un momento, Tom sintió que tal vez, solo tal vez, podría encontrar la paz que tanto anhelaba.

Tom y Bill estaban sentados en el acogedor rincón de la cocina, compartiendo una merienda ligera. Mientras disfrutaban de sus bocadillos, Tom comenzó a hablar sobre su experiencia en el viaje a Alemania. Con una sonrisa en el rostro, relató cómo se había sentido al trabajar en la sesión de fotos con Audi, describiendo la emoción de estar inmerso en un entorno creativo y dinámico.

Bill escuchaba atentamente, asintiendo de vez en cuando y mostrando interés genuino en cada palabra de Tom. A medida que Tom compartía sus pensamientos y emociones, se sentía reconfortado por la calidez y el apoyo de Bill. Hablar sobre sus experiencias en el extranjero le permitía reflexionar sobre todo lo que había aprendido y crecido durante el viaje.

Entre risas y confidencias, Tom y Bill disfrutaron de ese momento de conexión íntima, fortaleciendo aún más su vínculo. La tranquilidad de la tarde y la complicidad entre los dos crearon un ambiente de confianza y amor que los envolvía como un abrazo reconfortante.

Luego de un rato Tom llevó a Bill al sofá con una sonrisa cómplice, sintiendo la calidez de su cercanía. Se acomodaron en un rincón acogedor, y Tom, con un gesto suave, hizo que Bill se sentara en sus piernas. La conexión entre ellos era palpable, como si el mundo exterior se desvaneciera y solo existieran ellos dos. Mientras hablaban de lo bonito que había sido su viaje, la risa y la complicidad llenaban el aire, creando un ambiente perfecto para lo que estaba por venir.

Tom, sintiendo que el momento era el adecuado, tomó una profunda respiración y se armó de valor. Miró a Bill a los ojos, esos ojos que tanto le hacían sentir, y le preguntó con sinceridad

-oye Bill quiero preguntarte algo y la verdad no quiero que te sientas presionado, puedes responderme cuando tú estes listo pero....¿Puedo ser tu novio?—  La pregunta flotó en el aire, cargada de significado y emoción.

Bill lo miró, su rostro iluminado por una mezcla de sorpresa y felicidad. Sin titubear, respondió con un —sí— lleno de ternura, y en ese instante, el corazón de Tom se desbordó de alegría.

Sin poder contenerse, Tom se inclinó hacia adelante, atrapando los labios de Bill en un beso profundo y apasionado. Era como si el tiempo se detuviera, y todo lo que había en su mundo se redujera a ese instante. Sus labios se encontraron con suavidad, pero pronto la ternura dio paso a una intensidad que los envolvió. Jugueteando con sus lenguas, se sumergieron en un baile de sensaciones, explorando cada rincón de su conexión. El beso se volvió más ferviente, como si cada uno intentara transmitir al otro todo lo que sentían en ese momento.

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