Capítulo 26: Mi engaño

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«Suficiente estímulo... ya estás listo para mí...», mis respiraciones habían sido... minutos atrás. No obstante, en este momento... Mis manos recorren sus glúteos, notando la firmeza de los músculos que se contraen bajo la suave epidermis, y cómo el tejido adiposo cede bajo la presión de mis dedos. Con cada movimiento, aprecio el contorno de sus crestas ilíacas y el equilibrio delicado de los ligamentos que mantienen esa estructura perfecta. Este cuerpo, su cuerpo, es una fascinante obra de anatomía, y yo, como su único y devoto conocedor, exploro cada parte con dedicación casi reverencial.

Su culo es... un sueño... un verdadero encanto.

Mis pensamientos bailan a mi alrededor como feromonas palpables, que ensucian y vuelven mórbido mi deseo de poseerte, Nam-joon.

Lo tengo debajo de mí, brindándome el panorama de su preciosa espalda. Me recibe repetidamente, con su rostro ladeado y un semblante enervado. Me ofrece un grave y sensual gemido cada vez que me adentro en él, en un ritmo atrayente; todo adentro, luego retrocedo un poco, y repito el movimiento. Mientras embisto, su bella anatomía se mueve en cada impacto suave. En ese vaivén, lo hago mío de nuevo y me regala su mirada; aunque en algunas de mis estocadas aprieta los párpados y ese maldito pulgar suyo entre los dientes; no ha dejado de tenerlo cerca de sus labios desde que tomamos esta postura.

Por momentos me emociono y mi delicado movimiento se vuelve una oscilación intensa. Él es dulce; me advierte con un gemido tenue que sus fluidos pronto se liberarán, entonces amaino mis impulsos y él suspira con frustración, apretando las sábanas en sus puños y dirigiéndome una mirada que me insulta.

Nuestras siluetas brillan ante la luz de la luna que se filtra por el ventanal, bañados en sudor pasional e impuro.

Me retiro un momento para girar su cuerpo y que ahora me conceda su pecho. Las huellas de sus efusiones anteriores yacen sobre las sábanas y su vientre, el cual se mueve frenético, al igual que su pecho al respirar. Agarro sus brazos con afecto, llevándolos a la altura de su cabeza, y con sus manos él oprime el colchón. Asgo sus piernas húmedas y las abro para que me acojan de nuevo en su palacio indulgente, mi dicha y regocijo.

Estoy en casa, cariño. Él gime alto, cerrando sus ojos con fuerza, mientras yo me derrito, comenzando a moverme con una sonrisa complaciente. Sí, cara mía... Déjame colocarte como más me gusta. Déjame poseerte a mi manera y luego te dejaré descansar. Un poco más, tan solo un poquito más regálame de ti y tu cuerpo, te lo suplico.

Mis jadeos se entrelazan con los suyos. Me apego más a él y lo rodeo con mis brazos; junto nuestras frentes y nuestras bocas bien abiertas se rozan. No hay voluntad para besar, solo para destilar placer en su máxima expresión.

Me lo dice en un suspiro, casi sin aire acompañándolo: su polución, mi orgasmo, nos atiborra, nos vuelve espectros de ojos blancos y voluntad desvanecida. Nos vuelve amantes, plagándonos de los dedos del otro sobre la piel, deseando que la unión de nuestros cuerpos sea más profusa.

● ● ●

Nam-joon observa al vampiro sobre él dar otro jadeo, lastimero y, desde su perspectiva, magnético.

Como puede, en su presente sofoque, mental y corporal, sigue su figura con sus pupilas y lo ve elevarse frente a él. Seok-jin contempla los vestigios de éxtasis en su rostro perlado de sudor y cómo su estado consciente lo traiciona, dejando que sus párpados caigan por unos segundos. De imprevisto, agarra su rostro y pasa los dedos sobre sus labios.

―Mío... ―suspira agitado, y ambos se miran en el silencio que otorgan sus resoplidos letárgicos.

»¿Eres mío? ―Necesita la respuesta.

Loveless (+21) [JinNam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora