PRÓLOGO

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Mi nombre es Olivia Miller, y soy una de esas mujeres que, en un momento de su vida, creyó que su matrimonio sería de esos que duran para siempre. Pensaba genuina e ingenuamente que había encontrado a la persona con la cual envejecería. Pero ¿saben qué duele tanto como la muerte de un ser querido? Encontrarse con la realidad de que, el que creíste que era el amor de tu vida, un día aparece y te dice que se va, que no quiere seguir intentándolo porque ya no te ama; que conoció a alguien más.

No sé cómo explicar lo que se siente al escuchar esas palabras; es indescriptible. Lo único que sé es que duele y quema hasta lo más profundo de tu ser. Sientes que has perdido todo, incluso respirar se vuelve imposible. Pierdes el sueño, el apetito y te mueves por el mundo como un zombie. Todo pierde su significado.

Quizá se deba a la creencia de ese: «juntos hasta que la muerte los separe», que nos hace aferrarnos a la idea de la promesa de pasar el resto de nuestras vidas con esa persona. Pero hay promesas que solo las cumple una de las partes, y generalmente es la que ama más. Porque sí, a los que amamos demasiado, a los que entregamos todo de nosotros, es a quienes por lo general más nos afecta la ruptura. Y nos duele precisamente por eso: porque amamos demasiado. Y en un punto, esperábamos que nos amaran de la misma manera en que lo hicimos nosotros.

Error. Grave error.

Porque no siempre sucede. No siempre nos darán lo mismo que damos. Y eso está bien, pero el problema está en que, a veces, damos tanto, que al final, cuando nos damos cuenta, hemos entregado todo hasta el punto de quedarnos sin nada.

Al menos, eso fue lo que me sucedió a mí, y quizá a ti también, por eso hoy tienes este libro en tus manos. Pero quiero decirte algo: no puedo prometerte que en estas páginas encuentres la solución a todos tus problemas. Es posible que aquí no encuentres la cura para ese dolor que hoy te consume desde adentro. Porque sí, generalmente cuando nos rompen el corazón, buscamos todo lo que prometa quitarnos ese dolor, y no solo eso, sino que esperamos que lo haga de manera instantánea. Vamos al psicólogo diciéndole: «Me rompieron el corazón, haga su magia y cúreme». O leemos un libro y creemos que ahí encontraremos la solución definitiva, y es que claro, no queremos seguir viviendo con ese dolor incrustado en el pecho, y necesitamos con urgencia que alguien o algo nos lo arranque. Pero no funciona así.

Al intentar sanar de esa forma, le quitamos al dolor su propósito principal en nuestra vida: enseñarnos la lección que nos corresponde aprender. Así que, dejemos de romantizar el proceso de superación de una ruptura. Dejemos de creer que sucederá de la noche a la mañana, porque si pensamos así, ya fracasamos en apenas el inicio del proceso.

Intentar superar a esa persona a la que le entregaste todo, no será un proceso bonito. Hay días en los que te sentirás arriba y otros en lo que sientes que vas en picada. En los que sentirás que más que avanzar, lo único que haces es retroceder, o que estás estancada dándole vueltas a lo mismo una y otra vez.

Es por eso por lo que te repito: en este libro no encontrarás la solución mágica para arrancarte ese dolor, pero te encontrarás con una amiga a la que puedes acudir cada vez que sientas que no puedes lograrlo. A una que no te juzga porque entiende a la perfección lo que estás viviendo. A una amiga que te acompañará en silencio, y en algunas oportunidades, te dirá las palabras que necesitas escuchar para seguir adelante. A una amiga que te llevará de la mano hasta donde tú se lo permitas. Que te acompañará en todo tu proceso, hasta que por fin puedas ser libre de eso que hoy te mantiene prisionera en una cárcel de tristeza.

Porque en este libro te habla una mujer que se enamoró profundamente de su esposo, y después de veinte años de matrimonio, este decidió irse. Una mujer que, para serte honesta, inventó mil remedios para curarse y olvidarse de él, y que cuando se dio cuenta de que era imposible, se dedicó a convertir su dolor en enseñanza, aprendizaje y en un recuerdo bonito de una etapa de su vida. Uno en el que pudiera pensar sin sentir dolor, resentimiento, o alguna pizca de amor. Un recuerdo en el que pudiera pensar sin que le generara náuseas o le saltara el corazón.

Una mujer que lo único que quería después de que su mundo se viniera abajo, era que ese amor dejara de dolerle, y reencontrarse con la parte de ella que se había perdido en el camino, por haber entregado tanto a alguien que al final no permanecería para siempre.

En estas páginas te habla una mujer que, como tú, pensó que no podría seguir adelante, que se sumergía cada noche en un mar de lágrimas hasta que finalmente caía rendida. Una mujer que confundió las migajas que le ofrecían y las llamó amor. Una que quiere transmitirte que sí es posible volver a respirar después de haber estado tan aferrada al aliento de esa persona que, un día decidió soltarnos y arrojarnos a nuestra propia suerte.

Y es que nadie nos enseña qué hacer cuando nuestro plan de vida se desmorona ante nuestros ojos, y no hay nada que podamos hacer al respecto.

Nadie nos enseña a caminar con el corazón roto. A todos nos llega el momento en que tenemos que aprender a hacerlo solos.

Y a ti y a mí, nos llegó ese momento.

Entonces, juntas nos embarcaremos en el viaje de reconstruir lo que otro rompió, transformando esa experiencia en el motor que nos impulse a descubrir la mejor versión de nosotras mismas.

Podemos hacerlo, y vamos a lograrlo.

Cree en mí, porque yo... creo en ti. 

Postdata DEJARÁS DE DOLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora