Ven y quédate

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No puedo negar mi dolor ni pretender que no existe.

Está ahí, como espinas que pinchan mis dedos

y me recuerdan tu ausencia.

Que me gritan que ya no estás aquí.

Ahora debo hacerme amiga de mi soledad,

pero le tengo tanto miedo,

que solo puedo pedirle que se vaya.

Quizá es mi forma de pedirle que te traiga de vuelta.

Quizá no quiero acostumbrarme a ella,

porque en el fondo de mi alma

conservo la esperanza de que seas tú

quien regrese y le diga

que ya no la necesitamos,

porque ahora serás tú,

quien acompañará mis días.

Postdata DEJARÁS DE DOLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora