Cápsula de amor propio #3

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En mi búsqueda por entender por qué estaba sintiendo tanto dolor, encontré la respuesta en la frase de un famoso poeta que alguna vez dijo: «Es mejor haber amado y perdido, que jamás haber amado».

Fue en ese momento cuando comprendí que el dolor que sentía tenía una raíz profunda en el amor mismo. El dolor nace del hecho de que amamos profundamente. Cuanto más amamos, más duele cuando las cosas no salen como esperábamos. Si no amáramos, si no nos importara, el dolor no sería tan intenso ni tan profundo.

Sin embargo, lo que no siempre entendemos es que no es el amor en sí lo que duele, sino el desamor. El dolor surge de la forma errada en que algunas personas aman, de cómo confunden el amor verdadero con expectativas incumplidas, promesas vacías o comportamientos dañinos. Es el desamor, la falta de reciprocidad genuina y la traición a la esencia del amor lo que causa el sufrimiento más profundo.

A veces, el amor se convierte en un campo de batalla emocional donde nuestras expectativas no se alinean con la realidad de lo que el otro está dispuesto a ofrecer. El desamor se manifiesta en la falta de compromiso, en la desilusión y en la desconexión entre lo que se prometió y lo que realmente se vivió.

Aceptar que el dolor es una parte del proceso de amar y aprender a gestionar nuestras expectativas puede ayudarnos a sanar y a encontrar un amor que sea recíproco. Nunca te arrepientas de haber amado o de haberlo entregado todo, porque el amor, en su esencia, es lo más hermoso y valioso que podemos tener en nuestro corazón. La clave está en reconocer cuándo el amor deja de serlo, y marcharse antes de que nos destruyan en su nombre.

Postdata DEJARÁS DE DOLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora