Cap 4 - ALGUIEN MÁS, YA OCUPABA MI LUGAR

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Nuestra relación había terminado por alguien más, eso no era un secreto para mí. Sin embargo, él no hablaba de ella como una posibilidad de algo real. Siempre me dijo que era una más, como todas las anteriores. No sé si lo hacía para no hacerme daño o para mantenerme allí. Pero cualquiera de las dos opciones, me resultaban bien, ya que me permitían aferrarme a la esperanza de que lo nuestro podía solucionarse.

Una parte de mí seguía ilusionada, creyendo que esa tormenta en nuestra relación sería pasajera. Que el sol volvería a salir para nosotros. No era la primera vez que lo solucionábamos, ¿por qué iba a pensar que sería la última?

Pero resultó serlo.

Y me enteré de la peor manera posible.

Porque sí, justo cuando crees que ya no puedes sufrir más, esa misma persona que te hirió, vuelve, toma otro puñal y lo clava con tal fuerza en la misma herida, que el dolor se vuelve insoportable.

No habían pasado ni dos meses desde que se había ido, y nunca me esperé que él fuera capaz de hacer lo que hizo, pero como si yo no existiera o no le importara en lo más mínimo mi dolor, publicó en Instagram una foto con su nueva pareja acompañada de un «te amo».

No sabía que el corazón podía romperse de tantas maneras. No sabía que era posible sentir tanto dolor. Nada en mi vida me había causado tanto sufrimiento. Nadie antes había logrado destrozarme de esa manera. Y para ser honesta, jamás imaginé que él, la persona a la que más he amado en toda mi existencia, quien me brindó tantos años de felicidad, se convertiría en el que más daño me haría.

Ese día, vi cómo todas mis esperanzas se derrumbaron como si fueran castillos de arena arrastrados por la marea.

No recuerdo cuánto tiempo me quedé paralizada en el auto. Mis manos temblaban y mi corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de mi pecho. Las lágrimas brotaban de mis ojos sin cesar. Y una parte de mí necesitaba escribirle y reclamarle. Quería que supiera cuánto me había afectado ver esa foto. Deseaba escuchar que él no había sido quien la publicó, sino ella.

Pero me contuve.

Respiré profundo, tratando de encontrar algo de calma en medio del caos emocional que me consumía. ¿Qué importaba quién había publicado la foto? La cruda realidad estaba frente a mí, imposible de ignorar. Era oficial: él ya estaba con alguien más, y nuestra historia había llegado a su fin.

Las horas pasaban y yo seguía inmóvil en el mismo lugar. El llanto no cesaba. Me preguntaba cómo había sido capaz de hacerme eso. ¿Por qué no fue más discreto? ¿Por qué no me dio la oportunidad de procesar nuestra separación antes de exponernos de esa manera?

Ni siquiera mis amigos y familiares sabían que estábamos separados. No me dio oportunidad siquiera de hablarlo con mis hijas que no vivían conmigo, pero que siempre lo habían visto como un padre, ni de decírselo de la manera correcta a nuestra hija. Me sentía expuesta, humillada. Era como si él estuviera más preocupado por complacer a su nueva pareja, que por el dolor que me estaba causando a mí.

Después de ese día, todo fue peor. En su cumpleaños, fue ella quien organizó su fiesta. Ahora era ella quien lo acompañaba a sus viajes, quien conducía su auto, con quien compartía su vida diaria. Ya no era yo quien recibía sus besos de buenos días ni quien escuchaba sus sueños y preocupaciones antes de dormir. Me sentía relegada a un segundo plano o uno inexistente, mientras ella ocupaba el espacio que alguna vez fue mío. 

Postdata DEJARÁS DE DOLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora