Las siguientes dos horas de camino, transcurrieron en completo silencio. Elena mantuvo su fachada de mujer fuerte, aunque al leer su carta, tuvo que apartarse de la mesa para ocultar que le había afectado más de lo que estaba dispuesta a admitir. Por mi parte, rompía en llanto cada vez que lo recordaba. El contenido de esa carta se sintió como una estocada a lo más profundo de mi ser, tocando una fibra sensible que había permanecido dormida por demasiado tiempo. Fue como si hubiera despertado a una parte de mí que sabía que se había perdido, una parte que anhelaba ser redescubierta y abrazada.
Era increíble pensar que esa señora, que nunca nos había visto antes, ni nosotras a ella, había logrado plasmar en una hoja todo lo que estaba sintiendo. Cada palabra resonó en lo más profundo de mi ser. Intentamos que la señora nos diera una explicación más lógica de por qué nos había hecho esas cartas, pero lo único que nos dijo fue: «Algunas cosas solo se entienden cuando se miran con el corazón. Porque hay situaciones que no necesitan ser explicadas, sino sentidas. A veces, las respuestas van más allá de la lógica, y más cuando provienen de algo mucho más grande que nosotros mismos», llevó su mirada hacia arriba, y no fue necesario que lo dijera, porque enseguida supe que hablaba de Dios.
El último tramo del viaje nos llevó por una carretera bordeada de una extensa alfombra verde y montañas rocosas, famosa por sus bodegas vinícolas y sembradíos de uvas. A medida que avanzamos, nos encontramos con acogedoras comunidades rurales de casas de madera, donde la vida parecía seguir un ritmo tranquilo y pausado, alejado del bullicio de la ciudad.
Unos minutos más tarde, llegamos a la dirección indicada en el folleto. Elena estacionó el auto y ambas bajamos nuestras maletas para dirigirnos a la entrada, donde nos recibió una mujer de unos cincuenta años, con cabello rubio, que llevaba puesto un vestido estilo túnica beige adornado con estampado de flores marrones.
—Bienvenidas a «Alma de Mujer», el refugio para todas aquellas que desean conectar con su esencia más profunda y encontrar la paz interior que tanto anhelan —fueron las palabras que usó la mujer para recibirnos, las cuales sentí que fueron dirigidas directamente a mí—. Mi nombre es Adhara, y estaré a cargo de guiarlas en este viaje.
La mujer irradiaba una increíble paz, y en su rostro se dibujaba una sonrisa tan genuina que iluminaba todo a su alrededor.
Las instalaciones parecían haber sido cuidadosamente diseñadas, y me invadió un sentimiento de vergüenza al pensar en lo que Elena habría gastado para que estuviéramos allí, aunque de igual forma iba a pagárselo. Sin embargo, también me preocupaba que fuera tiempo y dinero mal invertidos, y que al final del retiro, no experimentara ningún cambio significativo en mí.
La mujer se encargó de entregarnos el itinerario, e invitarnos a la cena de bienvenida que se celebraría a las siete de la noche de ese día.
—¿Sirven vino? —preguntó Elena—. Digo, no sé si este sea un lugar espiritual, pero si Dios convirtió el agua en vino, es porque lo aprueba, ¿no? Y no es casualidad que estén ubicados en medio de vinícolas.
La mujer le dedicó una sonrisa antes de responder. Mientras que yo lo único que quería era golpear a la imprudente de mi amiga. ¿Quién llega a un lugar como ese pidiendo alcohol? Solo Elena.
—Mi madre, la fundadora de Alma de Mujer, era una gran admiradora del vino en todas sus presentaciones, pero hubo una época en la que su dolor, lo convirtió en su somnífero por excelencia. Porque como todos sabemos, no son las herramientas que usamos, sino cómo las usamos, lo que nos lleva por caminos errados, y el exceso o mal uso de algunas, siempre tiene consecuencias —comenzó a explicar la mujer, sin quitar la sonrisa de su cara, y no pude evitar sentirme identificada con sus palabras—. No es casualidad que mi madre eligiera hacer Alma de Mujer aquí, rodeada de vinícolas.
—¿Y por qué lo hizo? ¿Para tener más vino a su alcance?
Le di un codazo a Elena, con disimulo.
—No. —La mujer soltó una risita, y en realidad parecía no estar molesta en absoluto por las imprudencias de Elena—. Lo hizo para enfrentar su debilidad. Para demostrarse a sí misma cada día lo fuerte que podía ser si se lo proponía. Para mostrarle al mundo y, sobre todo, a sí misma, que no importa cuán tentador sea el entorno, su fuerza interior puede ser mucho más poderosa. Tanto que puedes, incluso convertir tu dolor más grande en una fuente de inspiración y sanación para los demás. Pero solo si te lo propones aquí. —Llevó su dedo hasta su sien, para luego señalar su corazón y añadir—: Y aquí.
De pronto, sentí una gran conexión y curiosidad por esa mujer de la que hablaba. Quise saber más de ella, de su historia, de lo que representaba ese lugar. Me intrigaba cómo había logrado transformar su dolor. Era la segunda vez que escuchaba sobre convertir tu dolor en algo diferente, aunque la primera vez había sido solo un sueño. Pero nadie terminaba de decirme cómo podía lograrlo.
¿Cómo se transforma algo que te duele tanto, que te desgarra por dentro, en algo positivo?
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Postdata DEJARÁS DE DOLER
SpiritualESTE LIBRO ES PARA TI SI... * Sientes que no podrás seguir adelante sin esa persona. * Te rompieron el corazón y no sabes cómo unir las piezas. * Tuviste que irte, cuando lo que más querías era quedarte. * Te cuesta respirar y no haces más que llora...