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Me sentía nervioso, sin saber bien cómo reaccionar. Max había vuelto, esta vez con Daniel, y la idea de pasar un día en familia me llenaba de una mezcla de ansias y miedos. Quería ese tiempo juntos, pero temía ilusionarme demasiado, encariñarme al punto de reconocerlos como mi familia solo para luego enfrentarme al dolor si todo cambiaba.

-Yuki. -Daniel se había acercado, sentándose a mi lado-. ¿Todo bien, chico?

Mordí mi labio, sintiendo que mi nerviosismo se notaba en cada gesto. Asentí y hablé en voz baja.

-Sí, estoy bien, Daniel, solo... es raro. Hace mucho que no hago algo así con papá Checo.

Daniel me sonrió, luego me rodeó con un brazo y me abrazó con un gesto cálido y firme.

-No te preocupes por eso, disfruta el día, Yuki. Necesitas algo de paz, igual que tu papá. -Su voz era suave y animada, y logré sonreír un poco-. Además, ¿sabes una cosa? Max realmente quiere llevarse bien contigo. No paraba de hablar de ti y preguntarle a Sergio si estabas bien -recordó Daniel con una risa, evocando cómo Max siempre incluía mi nombre en cada conversación.

Lo miré, sorprendido. ¿Max preguntaba por mí? ¿Se preocupaba por mí? Un cálido sentimiento de aprecio se instaló en mi pecho, acelerando un poco mi corazón. Miré hacia la cocina, donde mi papá reía mientras cocinaba junto a Max, ambos metidos de lleno en la preparación del almuerzo. Sin poder evitarlo, sonreí también. Nunca había visto a Checo tan feliz. Con Kamui, nunca lo vi disfrutar de esos momentos así. Era reconfortante ver que, al fin, había encontrado a alguien que realmente lo hacía sonreír y no llorar, como solía pasar antes.

-Supongo que realmente sus sentimientos son de verdad... -murmuré, refiriéndome a Verstappen, antes de hacer una pregunta que me inquietaba-. Aquel día en Miami, cuando Max perdió... ¿qué hizo su padre?

Sentí cómo Daniel se tensaba a mi lado, y su expresión se endureció un poco antes de desviar la mirada.

-Solo lo insultó, pero... creo que si yo no hubiera llegado, quizá lo habría golpeado o algo por el estilo -respondió en un tono serio-. Max lo ve como algo normal, dice que merece esos tratos, pero yo no... nadie debería soportar eso. Y aunque creció en un ambiente violento y tóxico, tiene mucho cariño para dar -añadió Daniel, intentando suavizar el tema.

Asentí, aunque aún me invadía cierta inquietud. Miré hacia la cocina y noté un gesto de dolor en el rostro de Max. Me levanté del sofá, dejando a Daniel, y me acerqué disimuladamente.

-¿Qué pasó? -pregunté, fingiendo no haber notado la incomodidad de Max momentos antes.

Papá se dio vuelta, aún sosteniendo la mano de Max mientras le limpiaba un dedo.

-Nada grave, solo que este tonto se distrajo y no vio dónde estaba cortando -contestó Checo, sonriendo mientras atendía el corte de Max.

-Tu risa me distrajo... -respondió Max, haciendo un leve puchero, cosa que lo hacía verse casi divertido.

Los miré extrañado, y no pude evitar pensar que parecían dos adolescentes. Me cubrí los ojos con una mano y fingí asco.

-¡por favor, basta! -exclamé, sonriendo-. No quiero ver cómo se comportan como pareja.

Escuché la risa de papá Checo, y también sonreí. Me sentía bien viéndolos tan felices, y ver a Max sonriendo de verdad me tranquilizaba. Me acerqué a la encimera y llamé a Daniel, sin poder ocultar el tono divertido en mi voz.

-¡Daniel! ¡Ayúdame! Hay dos tortolitos en la cocina, y lo único que van a lograr es quemar la comida -dije entre risas.

Desde detrás de mí, escuché algunas quejas en broma de la pareja, mientras Daniel se acercaba también riéndose.

El almuerzo pasó entre risas y bromas, con anécdotas de los primeros años de ambos pilotos que me hicieron sentir parte de algo más grande, como si por fin volviera a tener una familia. No podía dejar de sonreír; Me sentí en paz, algo que extrañaba profundamente. Un sentimiento cálido y de cariño crecía en mí, como si me permitiera ser parte de esta nueva familia... y de repente, me invadió el miedo. Me estaba encariñando, y no quería hacerlo, porque sabía que en algún momento se irían, que me dejarían solo, que regresaríamos a ser solo papá Checo y yo otra vez.

Me quedé en silencio, sentado en la silla del comedor, perdido en mis pensamientos. El sonido de los platos siendo recogidos me devolvió a la realidad, y al alzar la mirada, me encontré con los ojos de Max, quien me observaba con cierta preocupación. Lo vi dejar los platos que había recogido y volver a la mesa.

- ¿Pasa algo, Yuki? -preguntó, con una expresión sincera de interés.

-Oh... no pasa nada. Solo que he estado un poco cansado últimamente; me cuesta dormir -mentí, aunque en parte era verdad. Pero también había algo más, algo que me llenaba de temor.

Escuche cómo Max movía su silla para sentarse frente a mí. Sus ojos azules, tan llamativos y expresivos, parecían buscar algo en los míos, como si quisiera llegar a esa parte de mí que guardaba en silencio. Sentí un nudo en el estómago; Era la segunda vez que nos quedamos completamente solos, y me ponía nervioso.

-Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? -dijo en un tono suave, buscando que me sintiera a salva-. No le diré nada a nadie, solo quiero saber qué es lo que te hace sentir así.

Me quedé en silencio, inseguro de si debía abrirme, pero el tono cálido en su voz me hacía querer creerle.

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holaaaa

espero que le este gustando la historia.

les quería recomendar la otra historia que estoy escribiendo que no van a ser mas de 8 o 10 capítulos.

ya tengo su segundo capitulo escrito y la verdad siento que yo misma voy a llorar con mi propia historia

¡Yuki!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora