Capítulo 70

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ALANA

°•°☆°•°

- Quieres dejar de escuchar música y ayúdame a ponerme la mesa -mi madre me amenazó con una espumadera en la mano.

- No estaba escuchando música -me quité los auriculares-. Estaba escuchando un audio de Teresa.

- ¡¿De Teresa?! -exageró el grito y se sentó a mi lado en el sofá-. ¿Desde cuándo hablas con ella?

- No hablo mamá, me ha mandado un audio y por curiosidad lo he escuchado. Total, es sábado y no tengo nada mejor que hacer -me encogí de hombros. No había más explicación.

- ¿Y qué dice? -mi persona favorita en el mundo era mi madre y más cuando se ponía modo cotilla y hablábamos las dos hasta acabar criticando a todo el mundo.

- Pues no lo sé porque no he terminado de escucharlo. Dura veintisiete minutos -me reí porque en otras circunstancias no habría malgastado mi tiempo en Teresa.

Si decidí escuchar el audio fue por pura curiosidad y así luego poder comentarlo con mi madre y con mi prima Marta. No me interesaba su vida y no tenía intención de contestarle, tenía bastante claro que nuestra amistad murió casi cinco años atrás y no iba a dejar que entrara de nuevo en mi vida. No después de todo lo que pasó, no después de saber que intentó liarse con mi novio y al final lo acabó consiguiendo mientras yo estaba secuestrada.

La voz de Teresa sonaba cansada, como si llevara días sin dormir, hablándome de lo mal que le iba la vida, del divorcio de sus padres, de sus dudas sobre seguir en derecho o cumplir su sueño de estudiar veterinaria. Y, al final, como si hubiera estado ensayándolo, llegó su disculpa, me pidió perdón.

Pero nada de eso logró hacerme sentir gran cosa. Me limité a mirar el teléfono, sin que sus palabras realmente calaran. No sentí rabia, ni pena, ni tampoco esas ganas de reconciliarme que en cualquier otro momento de mi vida sí habría dado pie a una posible reconciliación. Su voz se sintió lejana, como si la escuchara a través de un cristal, como si estuviera hablando de otra persona o de otra vida que ya no me tocaba.

Por un momento, me pregunté por qué me contaba todo eso en ese instante, qué esperaba que yo hiciera con sus problemas y sus arrepentimientos. Pero incluso esa pregunta se desvaneció rápidamente. Si alguna vez me importó, ya no lo hacía. Teresa era solo alguien con quien había compartido una época, alguien que ahora vivía en un rincón casi olvidado de mi memoria. No le deseaba el mal, pero tampoco me nacía desearle nada bueno.

- Que le den -dijo mi madre retirándose el pelo con un gesto de diva total-. Se acostó con Sergio mientras tú estabas, ya sabes...

- Lo sé y gracias por contármelo. No sé cómo pudimos ser amigas durante tantos años -suspiré.

- Vente a la cocina que quiero vigilar la cena -puse mala cara, pero de nada sirvió. Mi madre me agarró de la mano y tiró de mí hasta que me puse de pie-. Esa chica nos engañó a todos.

Una vez en la cocina me senté en la silla y dejé el móvil sobre la mesa, me quedé mirando el teléfono en silencio, hasta que mi madre, desde su mundo, me habló sin apartar la vista de lo que estaba haciendo.

- Siempre fuiste muy inocente, Alana -dijo con ese tono que usaba cuando quería que realmente la escuchara-. Demasiado buena. Nunca viste cómo era Teresa en realidad, porque te empeñabas en verle lo bueno a todo el mundo. Mira cómo Amanda sí se separó de vosotras.

ERROR 707 ▪︎ HÉCTOR FORTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora