365 días después él vuelve a su vida arrasándolo todo. Él la metió en aquel mundo tan oscuro, la dejó sola ante el peligro y un año después vuelve, vuelve poniendo su vida patas arriba.
Alana, hija de uno de los futbolistas más famosos del país des...
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Rodeada de un lujo cargado de oscuridad, un lujo atroz capaz de cegar a los presentes. Aquel lugar derrochaba dinero, pero dinero negro. Me volvieron a vestir como si tuviese diez años más, el maquillaje volvía a ser oscuro y rasgado, destacando mi mirada. Aquel vestido rojo de cola era un espectáculo, ni es mis mejores sueños me imaginé vistiendo algo tan bonito y tan elegante. Thea me lo trajo, no quise preguntar de quien era, pero debía costar una pasta. El pelo lo tenía recogido en una coleta alta con ondas al agua y los complementos en este caso fueron en tonos dorados. La fiesta, o subasta benéfica como a ellos les gustaba llamarla, fue un éxito. Siguió el transcurso de la tarde y noche y aquellos hombres empresarios con tanto dinero y con cara de tener gustos tan degenerados como las miradas que echaban a cualquier mujer que se les acercara, parecían cómodos.
Caminé sin rumbo fijo, no conocía a nadie y sentarme en uno de los sillones apartada del mundo me pareció una idea de lo más tentadora. Agarré una copa con agua y me escabullí entre el gentío que había. Ya habían subastado un par de cuadros, quedaban todavía unos cuantos y aunque mi papel era estar con Romina y supervisar que todo estuviera saliendo bien, la muy hija de puta me trató de tonta y no me dejó hacer nada. Desistí, no quise ponerme a discutir con una señora que podría ser mi madre y a la que había engañado con la tasación de las obras de arte. Todas eran falsas, menos el cuadro que me quedé. Algunos si eran de la época, pero no de pintores famosos, la mayoría provenían de talleres donde los aprendices desarrollaban su arte siguiendo las pautas de los grandes maestros. Sin embargo, muchos otros cuadros ni siquiera valían el precio que ella proponía, el arte siempre es arte, da igual de quien sea o cuando se haya realizado, al final es el prestigio el que gana y muchos de los cuadros tenían una tasación mayor de lo que yo estipulé. Al principio lo hice por joder, luego me resultó divertido hacerles perder dinero tontamente y me estuve debatiendo en si sacarles la pasta a los degenerados o que esta especie de secta que se montaron no tuviera fondos para financiarse. Opté por la segunda, solamente por joder a las personas con las que sí había tenido el gusto de coincidir.
Aquel lugar con un estilo muy barroco me embelesó, podría haberme tirado toda la noche mirando y admirando cada pequeño detalle. Amaba el arte, como también amaba la arqueología y la arquitectura. Todo lo que tuviera que ver con el patrimonio artístico me fascinaba. Supongo que ver todos aquellos documentales con mi abuela hicieron que mi amor por el arte se incrementara. No se me daba bien pintar, siempre me frustró así que me dediqué a estudiar a fondo la historia del arte y sus fundamentos. Todo por mi cuenta, al final no dejaba de ser una adolescente que seguía a rajatabla sus deberes como hija aplicada a la que le gustaba aprender constantemente. Al mismo tiempo desarrollé la pasión por la moda, cosa que a mi madre le hizo especial ilusión. Aunque para su decepción yo no quería estar entre telas y patrones, yo disfrutaba analizando la indumentaria en las diferentes épocas y como está variaba en función de la clase social y la cultura de la persona que las llevara. Y toda esa vocación que desarrollé se esfumó en cuanto llegué a Marsella y sentí que nunca podría dedicarme a lo que yo quería. Asumí que mi destino ya estaba escrito en las paredes de aquella habitación en medio de la nada.