365 días después él vuelve a su vida arrasándolo todo. Él la metió en aquel mundo tan oscuro, la dejó sola ante el peligro y un año después vuelve, vuelve poniendo su vida patas arriba.
Alana, hija de uno de los futbolistas más famosos del país des...
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Estoy enviciao a tu frenesí.
Aquellas cinco palabras se repetían constantemente en mi mente. Solo habían pasado poco más de veinticuatro horas desde aquella cena y a mí se me hicieron como si hubiera pasado una eternidad. Me apoyé en el marco de la ventana y observé como la lluvia caía con fuerza. Las gotas rebotaban sobre el césped, la neblina me impidió ver más allá. El tiempo llevaba así desde por la mañana, se puso a llover y no paró. El agua caía con fuerza acompañándome y haciendo mucho más fácil el supuesto castigo que Román nos había puesto a Héctor y a mí.
Seguí con la mirada el transcurso de las gotas deslizándose por el cristal deseando que los horas pasaran y poner rumbo a China. Más de un día entero sin salir de aquellas cuatro paredes, Román me lo impidió, no se tomó nada bien mi encuentro fortuito con su hijo. Bueno, en realidad no se tomó bien que su hijo se saltara el pacto. No entendí nada, pero Héctor parecía estar metido en un callejón sin salida y en aquel momento, me alegré. Pensé que se joda. Pero claro, fue cosa de dos y no yo iba a salir ilesa. Nos prohibieron vernos, aunque sabía que a él sí le dejaron salir de su habitación así que el castigo fue solo para mí. Me privaron de mi libertad, me encerraron allí siendo conscientes de que no tenía con que entretenerme y estuve a punto de volverme loca. A eso de las siete de la tarde subió Thiago con un par de libros y las horas pasaron más amenas. Me dediqué a leer y a hacer la maleta, estábamos a punto de irnos a China y no sabía que iba a pasar.
Me retiré de la ventana y me dejé caer de malas formas en la cama. Enchufé el altavoz y cerré los ojos mientras la música retumbaba. Puse mis manos en mi vientre y miré al techo, achiqué los ojos al ver que estaba pintado, no sé cómo no pude darme cuenta antes. Me puse de pie y divisé unas iniciales "I (B) G T". Y más a la derecha pude ver con dificultad una secuencia numéricas en el que solamente resaltaban tres números "398".
— Que cojones —murmuré —. I(B)GT 398.
Me dejé caer de nuevo en cuanto escuché que llamaban a la puerta. La libertad y la soledad que me dieron se disipó antes de lo que me hubiera imaginado. Con lo feliz que estaba y lo rápido que volví al mundo real. Estar sola, demasiado bonito para ser cierto.
— Estoy desnuda —ni siquiera me molesté en gritar, me miré las uñas y fruncí el ceño al ver que las tenía para quitar y ni cuenta me había dado. El estrés al que me sometieron me fue apagando hasta el punto de no ser consciente de lo que era esencial para mí. La puerta se abrió de golpe y rodé los ojos al ver a Thea con un montón de papeles y algo agitada —. os pasáis por el forro lo que os digo.