Capítulo 24

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ALANA

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— Pues ya hemos llegado —suspiró Román en cuanto el coche se detuvo en una casa gigante, de siete plantas, en medio de la nada.

Me tiré todo el trayecto desde el aeropuerto soportando a Thiago y a Nicolai, me sentaron en medio y se estuvieron tirando la caña descaradamente. Que yo amaba su relación desde que se comieron la boca, pero una cosa era ser espectadora y otra muy distinta, estar en medio de la situación. Y encima lo hacían a posta para picarme. Los dos eran grandes y me sentí súper incómoda, apenas tenía espacio para moverme.

— Estaremos en casa de Archie —informó Román al bajarnos del coche —. Se nos ha asignado la planta seis, tendréis que compartir habitación. Helena y Jasmine dormirán juntas, Nico y Thiago y evidentemente, princesita dormirás con Héctor en su habitación.

— ¡¿Qué?! ¡No, por favor! —le rogué, él empatizó conmigo, pero no había vuelta atrás, fue quien nos metió en esto y no le quedaba más remedio que seguir con aquella farsa.

— A mí tampoco me hace gracia, pero es lo que hay. Alana, ese señor de ahí subirá tus cosas, Héctor llegó ayer por la mañana, ahora mismo estará entrenando, la pelea es el sábado —asentí con pasividad, asumiendo que por mucho que protestara no iban a cambiar de opinión —. Mañana es la presentación de los participantes de este año, ya te informará Héctor del protocolo. Y pasado mañana hablaremos del tema cuadro.

Fui a rechistar, pero me mantuve callada y asentí con la cabeza. No quise montar ningún numerito, preferí acatar sus órdenes y guardarme las fuerzas para enfrentarme a Héctor. Y aunque tampoco sabía muy bien que le iba a decir, sí que tenía claro que ante todo iba a mantener distancias con él, al menos en privado. Ya que en público tenía que soportar tenerlo cerca, seguir sus pasos y dejarme llevar por el devenir de los acontecimientos, en privado quise intentar que las cosas ocurrieran a mi manera.

Respiré hondo y tras despedirme sutilmente con la cabeza, seguí a un señor de unos cuarenta años hasta la entrada de la casa. Era una casa normal, moderna por fuera, pero clásica por dentro. Más que una casa aquello parecía un palacio. Subimos por el ascensor hasta la sexta planta, creo que fue de las pocas veces en las que no me fijé en la decoración, mantuve la mirada fija en el suelo. El silencio resultó ser agradable, supongo que porque aquel hombre no tenía cara de asesino en serie, me transmitió confianza así de primeras. Sabía que en nuestra nueva vida al otro lado del Atlántico estaba a punto de desbloquear nuevos personajes, algunos de ellos víctimas de la institución, otros sin embargo, estaban allí por voluntad propia.

ERROR 707 ▪︎ HÉCTOR FORTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora