Sinfonía de Corazones

23. Entre las sombras

Luego de que Harry se fuera, Louis se quedó allí, con el corazón latiendo aceleradamente, como si aún pudiera sentir la presencia de él a su lado. Decidió que debía llamar a casa. Tomó su teléfono con manos temblorosas y marcó el número de Lottie. Cuando escuchó su voz del otro lado de la línea, le explicó rápidamente que llegaría más tarde, pero no sin antes dejar claro que tenía tantas cosas que platicarles que apenas podía contener su emoción. Estaba deseando contarles todo lo que había sucedido, todos los momentos que había vivido con Harry. En su pecho, una euforia indescriptible le recorría, y era como si su corazón estuviera a punto de explotar por tanta felicidad.

Había llegado el momento de compartir con ellos algo que llevaba guardado por tanto tiempo. Finalmente, podría hablar de Harry, ese chico que había irrumpido en su vida de una manera tan inesperada. Les contaría todo, desde el primer día que lo vio, ese primer vistazo que lo dejó sin aliento, esa sensación extraña y maravillosa de recibir un flechazo instantáneo. Algo que Louis nunca antes había experimentado, pero que, con el tiempo, comenzó a sentirse cada vez más real. Y ahora, tras tantas dudas y silencios, después de esa conversación sincera que ambos tuvieron sobre sus sentimientos, todo parecía tornarse de manera más clara y bonita. Finalmente podría ser honesto consigo mismo, con su familia, y con el mundo.

Louis tomó las llaves de su auto sin pensarlo dos veces. Había dejado a Joni a cargo de llevar a Harry al aeropuerto, pero ya no podía esperar más para regresar a su casa, a ese lugar donde podría compartir sus pensamientos y emociones con las personas que más amaba. Pero al dar el primer paso fuera de la casa, algo lo hizo detenerse en seco.

Ante él, de pie en el umbral de la puerta, había alguien completamente inesperado. Al principio, Louis no pudo distinguir bien quién era, la figura estaba ligeramente desfigurada por la luz que venía del interior, pero una sensación de sorpresa recorrió su cuerpo como una descarga eléctrica nada agradable. Sin embargo, al reconocer la silueta, sus ojos se abrieron ampliamente, y un nudo se formó en su garganta. El corazón le dio un vuelco, y por un momento no supo qué hacer, ni qué decir. La última persona que esperaba encontrar en su casa era precisamente esa.

- ¿Hola, Louis, puedo pasar?- La voz de Simon lo tomó por sorpresa. ¿Por qué demonios estaba en su casa? Louis frunció el ceño y sintió una punzada de incomodidad en su pecho. La última persona que quería ver en ese momento era Simon. Su presencia le causaba malestar, y lo peor de todo era que, al parecer, Simon tenía una razón importante para estar allí.

- Oh, claro. Iba de salida, pero supongo que es importante lo que tienes que decir, si no, no habrías venido hasta aquí.- Louis intentó mantener la calma, pero no pudo evitar que una ligera molestia asomara en su tono. Se pasó la mano por el cabello, el nerviosismo comenzó a apoderarse de él.

Simon, sin embargo, no parecía preocupado por la actitud de Louis. Entró sin más y se dirigió hacia el sillón. Se sentó con una postura altiva, casi como si estuviera en su propio hogar, lo que aumentó la irritación de Louis. Louis, por su parte, optó por sentarse en el sillón de enfrente, manteniendo la distancia, aunque su mente estaba a mil por hora, tratando de descifrar qué podía estar tramando Simon ahora.

- ¿Y bien? ¿A qué has venido?- Louis intentó sonar lo más indiferente posible, aunque por dentro sentía que la situación iba a ponerse aún más tensa de lo que ya era. No quería mostrar una pizca de simpatía, no con alguien como Simon, que había hecho lo que quería con Harry durante tanto tiempo.

- Qué descortés de tu parte, Louis. No me ofrecerás algo de beber, ¿o sí?- La sonrisa de Simon era arrogante, de esas que sacaban lo peor de Louis. Era como si lo estuviera desafiando, esperando que Louis cediera a sus exigencias. El tono de superioridad de Simon lo enfurecía cada vez más.