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Max se había ido, y eso se notaba. Estaba sentado en medio de mi cuarto, en total silencio, esperando que Pierre llegara a casa. Era la tercera vez que venía, y eso me emocionaba mucho. Papá había dicho que le había caído muy bien y que era totalmente bienvenido en casa.

Habían pasado dos semanas desde la primera vez que Pierre estuvo aquí. La habíamos pasado muy bien: jugamos algunos juegos de mesa y otros en mi computadora. Incluso intentamos hacer panqueques, aunque resultaron ser un desastre total. No podía dejar de pensar en la mirada de Max aquel día en la cocina. De alguna forma, sentí que me estaba grabando aquella frase que había dicho la primera vez que le habló de Pierre.

Cuando sonó el timbre, bajé rápidamente con una sonrisa. Abrí la puerta y me encontré con esos ojos celestes que últimamente adoraba mirar.

-Hola, Pierre... -murmuré tímido mientras me hacía a un lado para que pasara-. ¿Cómo estás?

-Hola, Yuki. Estoy bien, gracias por preguntar -respondió mientras cerraba la puerta tras entrar a la casa-. ¿Y tú, cómo estás?

-Oh, bueno... bien, aunque extraño un poco a Max. Ya sabes, pasaba mucho tiempo en casa, y se siente su ausencia -dije mientras le hacía una señal para que me siguiera-. Pero bueno, tiene que hacer sus cosas.

Seguí caminando hasta mi habitación, sin cerrar la puerta, ya que no era necesario. Papá Checo no estaba en casa. Pasamos el tiempo hablando y riéndonos de algunos chistes que Pierre soltaba de la nada. Jugamos algunos videojuegos en línea y nos burlamos de lo malos que éramos. Finalmente, terminamos sentados en el suelo, apoyando nuestras espaldas contra la cama.

-Yuki... -La voz baja de Pierre llamó mi atención, así que lo miré. Ya me estaba observando desde antes. Me quedé callado, esperando que continuara, pero lo único que hizo fue acercar su mano a mi rostro-. ¿Te he dicho ya que...eres lindo?

Su pregunta hizo que mi rostro se calentara de inmediato. ¿Qué estaba pasando? Sentí por fin el tacto de su mano sobre mi piel, y no podía negar que me encantaba esa sensación. Lo miré a los ojos, sin poder responder a esa pregunta que me había dejado sin aliento.

-Realmente eres lindo... -repitió, pero esta vez como una afirmación. Su sonrisa me desarmó, y noté cómo se acercaba un poco más a mí-. Tu piel es muy suave, Yuki.

-Oh... bueno, gracias -murmuré nervioso. Mi corazón estaba acelerado, y seguramente mi rostro era rojo como un tomate. Pierre, tus... tus ojos me gustan mucho -dije, cambiando de tema apresuradamente. Solo escuché cómo reía en voz baja.

-¿Solo mis ojos, Yuki? -preguntó divertido.

En ese punto, nuestros rostros estaban muy cerca. Solo faltaban unos pocos centímetros para que nuestros labios se rozaran.

-Bueno... -iba a responder con la verdad, pero un golpe en la puerta me hizo alejarme de golpe de Pierre. ¿Por qué siempre pasaba algo que interrumpía estos momentos? Lo miré una vez más antes de levantarme del suelo-. Ya regreso, voy a ver quién es.

Pierre ascendió, y yo me dirigí hacia la planta baja sin mucha prisa. Abrí la puerta esperando encontrar a algún vecino, pero al verlo frente a mí, el miedo me invadió.

-Yuki. -La voz de mi padre me quedó completamente congelada. ¿Qué quería esta vez?-. ¿No vas a dejar entrar a tu padre a tu casa?

Esa pregunta me dejó con un nudo en la garganta.

¿Qué debía hacer? Mi cabeza estaba yendo a mil por hora. No quería dejarlo entrar porque sabía que papá Checo me mataría, pero tampoco podía dejarlo afuera. Lo miré nuevamente, y solo encontré una expresión de molestia en su rostro. Por un momento no entendí el motivo, hasta que me giré hacia la escalera y lo vi. Pierre estaba ahí, mirando hacia nosotros con curiosidad.

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ya vienen los capítulos malos.

¡Yuki!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora