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SER TRANSMITIDOS LAS veinticuatro horas del día era horrible. No podía llorar desconsoladamente en paz, no podía hacer mis necesidades sin presión de que me estén viendo, tenía que pensar siempre antes de decir las cosas, y demás. Yo, que soy una chica súper impulsiva, que no piensa antes de actuar o decir las cosas, podía afectarme realmente. Bueno, en realidad no sé si más de lo que me está afectando ahora; soy la cancelada del momento. Me encantaría poder decir que los comentarios hacia mí que hacen son súper positivos, pero mentiría. Hay un cincuenta porciento que me banca, y otro que no. Los que me bancan son porque creen que hay un por qué detrás de lo que hice, y los que no, porque piensan que estaba confusa con mis sentimientos o, simplemente, que no quería a Rey.
Margarita, al verme ya despierta, me agarró cuidadosamente, llevándome al altillo.
- Ese ojo rojo nos sigue hasta al baño. Yo ya no aguanto más, eh. - me dijo ella.
- Te juro - suspiré -. No me dejan tener mi videoclip triste en paz. Tengo que subir acá para llorar por Rey. Además de que soy la cancelada del momento, claro.
- ¿No se arreglaron todavía? - me miró con aspecto triste.
- Ay, Mar... daría todo por arreglarme con él. Vos sabes que yo lo... - no pude completar la frase "lo amo".
- Lo amas. - terminó por mí.
- Sí - asentí, tragando saliva -. Y por más de que yo le quiera explicar lo que pasó, se va.
- La verdad verdadera, Pipe estuvo muy mal. Pero también entiendo que actuó sin pensar. Le gustas mucho.
- En lo que más pienso es en Rey ahora.
- Bueno, creo que nunca dejaste de pensar más en él que en otra cosa. - dijo, con una sonrisa.
- Tenes razón - sonreí también -. Toca encerrarme acá a llorar.
- Ay, Sabri... - me abrazó fuertemente.
Pronto, escuchamos como alguien se aclaró la garganta. Fruncí el ceño antes de ver quién era; Rey. Abrí los ojos como platos y Mar aguantó la risa.
