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ME ENCONTRABA en la puerta de mi casa, preparándome psicológicamente para que mi mamá me diga que escaparse de la casa no está bien. También para ver la reacción de mi mamá al decirle que me encontré con Juan después de bastante tiempo. Con la llave ya puesta, abrí la puerta despacio.
Mi mamá estaba esperándome con una sonrisa. Yo fruncí el ceño, confusa.
— ¿Cómo te fue, hija? — me sonrió.
Creo que si antes estaba confusa, ahora más. No atendí ninguna de sus 20 llamadas pensando que era por decirme que eso no se hace, y ahora está con una sonrisa.
— Emmm. Bueno, bien. Entre hoy me van a dar una citación a la audición en caso de entrar. Estoy muy nerviosa. —- me sinceré.
— Es normal, hija. Ahora, no vamos a hablar de que te hayas escapado. Fue mi culpa por haberte presionado tanto en realidad.
No esperé que quisiera pasarlo para después, y menos que piense eso.
— No, no. Es lo normal. No me presionaste, yo me desespere por querer ir. — reí.
— Bueno, en fin. Come, debes tener hambre. Mientras me contas todo. Estuve viendo el directo. Estuviste genial — agarró el plato con comida, y me lo puso en la mesa, la parte donde siempre me siento yo. Yo agarre mi botella de agua, un vaso y me serví —. Aunque... también estuvo genial Rey. — me miró, esperando una reacción mía, que llegó.
Tragué saliva, y me tomé casi todo el agua que me había servido recién en el vaso.
Me aclare la garganta y hablé.
— Bueno, sí... no. Es un creído. ¿Viste cómo le hizo a la entrevistadora? Qué fuerte.
Mi mamá sonrió y asintió.
— Ambas sabemos que él siempre fue así.
— Sí, claro que sí. — dije en tono amargo.
— Amor, ya pasó hace mucho. Seguro está arrepentido de haber hecho lo que hizo. Y sino, es un boludo. Él se perdió a una gran persona. Lo sabes, ¿no? — entrelazó los dedos de sus manos, en el asiento de enfrente mío.
— No es fácil. Él era mi mejor amigo. Confiaba plenamente en él.
Mi mamá obvio que sabía todo a lujo de detalles. Ella fue la única que me escuchó y aconsejó. Y quién sigue haciéndolo.
— Sabes que todo debe tener una explicación. Tenes que escucharlo, amor. — agarró mis dos manos, olvidando el plato que tenía en frente.
También es la única que me conoce al 100% y por eso sabe qué fue lo primero que hice cuando lo volví a ver; evitarlo.