La invitación

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Leonor practicaba con su arco en el jardín, rodeada de flores y árboles que susurraban con la brisa. Disparaba flechas una tras otra, pero ninguna daba en la diana. A lo lejos, un desconocido a caballo parecía llegar a su casa. Últimamente no dejaban de recibir visitas extrañas. Leonor tiró otra fecha, que se clavó cerca del centro de la diana. Estaba demasiado concentrada como para atender al desconocido. Ya se encargaría Isabel.

Lanzó otra flecha que se quedó cerca del centro. De nuevo. Desde luego, no era su día. Tensó la cuerda del arco con cuidado, sintiendo su respiración. Los dedos le escocían de la tensión de la cuerda, pero mantuvo el agarre. Respira, Inspira, Respira...

—¡Leonor! —gritó Isabel, corriendo hacia su hermana. La flecha salió disparada al perder la concentración.—. ¡Tienes que ver esto!—Se clavó en el centro de la diana ante la atónita mirada de su hermana.—Guau, no sabía que eras tan buena.

Leonor bajó el arco y miró a Isabel con  resignación.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó, sabiendo que cualquier cosa que emocionara tanto a Isabel probablemente no sería de su agrado.

—Hemos recibido una invitación para unas competiciones organizadas por las dos Reinas  —dijo Isabel, casi sin aliento—. El premio es misterioso: la mano del príncipe. Las participantes serán escogidas en un baile. ¡Tenemos que ir!

Leonor arqueó una ceja, claramente escéptica, y cargó otra de las flechas en el arco.

—¿Un baile? ¿Para competir por la mano del príncipe? —La flecha salió disparada y volvió a quedarse muy cerca de la diana.—Suena como una estupidez.

—¡No seas así, Leonor! —insistió Isabel—. Podría ser una oportunidad única. Además, siempre has querido una aventura, ¿no? 

Leonor suspiró. Se encaminó a recoger las flechas, que por suerte estaban todas clavadas. Por lo que se veía, a Isabel le hacía ilusión aquello. Y no se rendiría fácilmente. Su hermana siempre había sido persistente, especialmente cuando se trataba de sus sueños románticos.

—Está bien, iré contigo —dijo finalmente—. Pero no esperes que me entusiasme con la idea de competir por la mano de nadie.

Isabel sonrió, satisfecha con la respuesta de su hermana.

—¡Será divertido, ya verás! —dijo, abrazando a Leonor—. Y quién sabe, tal vez encuentres algo que te sorprenda.

Leonor dudaba que algo pudiera sorprenderla en un evento tan superficial. En casa, la expectativa era clara: ambas debían encontrar un buen matrimonio. Cualquier cosa sería mejor que seguir rechazando pretendientes en casa.

La competiciónWhere stories live. Discover now