Leonor, aún con la mente ocupada por los eventos recientes, decidió que quedarse en el salón solo sería peor para ella, así que se levantó y abandonó la estancia. Isabel la siguió de cerca.
—Leonor, espera, ¿podemos hablar? —preguntó Isabel, su voz suave pero firme.
Su hermana asintió, aunque su corazón latía con fuerza. No estaba segura de qué esperar. Isabel tomó una profunda respiración.
—Lo que ha pasado...lo de la propuesta es...no es real. Fernando y yo acordamos esto desde el principio. Pero si no estás de acuerdo podríamos...
Leonor sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. La noticia la golpeó con fuerza, dejándola sin aliento.
—¿Qué?—preguntó, su voz temblando—. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
Isabel la miró con tristeza.
—Fernando no está interesado en el matrimonio en absoluto lo que me recuerda a...Bueno, será mejor que empiece por el principio.
>>Como bien sabes, Isabel, nuestra madre, y Catalina, la madre de Fernando eran grandes amigas. Siempre habían soñado en tener hijos de la misma edad que pudieran ser amigos y, ¿quién sabe? Quizá incluso llegar a casarse. Alejandro y Alfonso, los hermanos de Fernando, son realmente hijos de Ana, así que Fernando era el candidato perfecto. Y tú y él parecíais llevaros realmente bien. Así que, aunque no hubiese nada formal, digamos que ellas apalabraron lo vuestro desde el principio.
Luego pasó lo de madre. Éramos bastante pequeñas pero nos afectó mucho. O eso dice padre. Yo no quería que nadie me peinase y me refugié en los libros, que de aquellas apenas podía leer. Incluso cuando creciste, te escapabas algunas noches para dormir allí. Y tú te refugiaste en el bosque. En más de una ocasión, sorprendí a Fernando acompañándote. Al principio pensé que ibais a hacer otras cosas, pero ahora sé que él solo quería asegurarse de que estuvieras bien. Es algo que irás recordando poco a poco.
Con los años, yo empecé a ver que la única forma de sobrevivir en la corte de Lazonia era ser parte activa de ella. Padre carece habilidades sociales y, a quién vamos a engañar, el tema de las pociones no es que diese dinero. Además, suponía que se ausentase largas temporadas buscando ingredientes y recetas nuevas. Temporadas durante las cuales yo me quedaba al cargo de la casa. Al final, terminé por hacerme cargo de todo.
Que nos aceptaran en la Corte, teniendo en cuenta que la noble era madre y los Mendoza una casa no muy relevante, fue una cuestión complicada. Yo traté de hacernos hueco, pero a ti te encantaba tirar mi trabajo por la borda. Y luego está todo el tema de Alfonso, que fue un verdadero revuelo. No sé que narices os pasó, pero vuestras discusiones empezaron a llegar a oídos de las Reinas, que hablaron conmigo para ponerles fin.
Entonces tú llegaste aquí destrozada contándome nosequé tontería de olvidar a Fernando por un asunto que no entendí, la verdad. Y bueno, yo también era joven, insensata, estaba leyendo un manual sobre la posibilidad de cambiar recuerdos y me pareció una señal. Tú decías querer olvidar a Fernando, pero en el fondo yo creí que lo que querías era olvidar el dolor, las humillaciones, la sensación de no sentirse de ninguna parte. De todo el asunto de Alfonso. Creo que me pasé, porque estuviste como una semana medio zombie. Fernando tenía miedo de lo que hicimos, pero pronto volvió padre y consiguió que volvieses a la normalidad, más o menos.
Fernando estuvo siempre pendiente de ti. Incluso cuando lo olvidaste, como me pediste. Se arriesgaba mucho desatendiendo sus obligaciones para venir a verte y luego no se atrevía a interferir. Decía que si habías querido olvidarlo, por algo sería. En el fondo, heriste su orgullo. Quizá es exactamente lo que pretendías.
Hace poco me comentó lo de que sus madres, las Dos Reinas, habían organizado una competición, como habían hecho con sus hermanos, a efectos de presentar a su prometido o prometida a la corte. Entonces trazamos un plan. Fernando no quería casarse con nadie si no eras...bueno, con nadie. Y a mí me convenía. Ya estaba enamorada de alguien con quien no podía ser. Acordamos que un compromiso entre nosotros y un futuro matrimonio de conveniencia serían una buena solución para nosotros. Y a nuestras finanzas tampoco les vendría nada mal.
Así que metí a padre en el ajo. A él nunca le gustó la idea y me persuadió para que te llevase a palacio y le hiciese prometer que si tú o Fernando decidíais otra cosa, yo me echaría atrás. Por eso insistí tanto en que vinieses. Padre no tenía claro que tú estuvieses conforme con todo esto. Y menos si llegabas a...bueno, si por lo que fuera recuperabas la memoria. Como claramente ha pasado.
>>>
Leonor miró a su hermana, incrédula. Sintió una mezcla de emociones: traición, dolor, confusión. No podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Así que todo esto ha sido un plan por un acuerdo de madre?
—No, Leonor. Todo esto es por nuestra familia. Y por mí, para ser egoísta. Porque creo que me merezco ser feliz. Tú tuviste una oportunidad y decidiste desaprovecharla, pues mala suerte. He trabajado incansablemente para asegurar que este plan funcione. He visto cómo la corte nos ha tratado y he luchado para que tengamos un lugar aquí. No puedo permitir que todo este esfuerzo sea en vano. Sé que esto es lo mejor para todos.
—Isabel, yo...—Leonor sintió algo en el pecho. Aquello era lo mejor y ella tenía que ser pragmática. Sus sentimientos no tenían cabida allí.—Lo entiendo. Pero hay cosas que no me cuadran. ¿Por qué se comportaba Fernando conmigo de esa manera?
—Creo que intentaba ser otra persona. Otra que, según él, tú hubieses preferido.
Isabel miró a su hermana como buscando en sus ojos comprensión, pero ella no entendía a quien podía estar refiriéndose. Nadie podría ser tan bravucón como Fernando.
—Has recuperado la memoria y has decidido que esto no es lo que quieres. Así que Fernando y yo seguimos con el plan. Fernando te quiere, ya te lo ha dicho, pero también entiende la importancia de esta alianza. Y yo... yo también te quiero, y quiero lo mejor para ti —dijo, con voz temblorosa—. Por favor, entiende que esto es lo mejor para todos.
Leonor apartó la mirada, sus pensamientos vagando hacia los recuerdos de los momentos compartidos con Fernando. La quería. Fernando. Por alguna razón que a ella se le escapaba. ¿Le quería ella a él? No estaba segura. Y Fernando, ¿se lo había dicho? No recordaba que eso fuese exactamente lo que había dicho. Sentía que su mundo se desmoronaba.
—Hay algo más. ¿Qué pinta la poción en todo esto?
—La poción...Bueno...Eso era por Fernando. Él no estaba seguro de poder escogerme a mí, contigo presente. Así que iba a ser como un pequeño empujoncito. En fin, al final...ya ves. El plan ha salido un poco torcido.
—Pero no entiendo. Tú, padre...Fernando por momentos...No parecía que a ninguno os afectase.
—Es que la poción no puede modificar los sentimientos de aquellos que ya sienten algo por ti.
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La Competición
FantasyLas hermanas Mendoza son invitadas a la Corte Real de Lazonia para competir por la mano del príncipe Fernando. Isabel sueña con su propia historia de amor real mientras que Leonor, la rebelde de la familia, prefiere la libertad del bosque a las rígi...