Leonor no pudo evitar sentirse inquieta mientras se preparaba para el ritual. La idea de que un maleficio pudiera estar afectando sus vidas le parecía absurda, pero la determinación en los ojos de su padre y la insistencia de Isabel la habían convencido de intentarlo. La luna llena brillaba intensamente en el cielo, bañando el paisaje de Lazonia con una luz plateada e inquietante. Leonor sintió un escalofrío, como si la luna no presagiara nada bueno.El grupo se reunió en una zona del jardín donde varios bancos se enfrentaban unos a otros, haciendo una especie de rotonda, lejos de las miradas curiosas del castillo. No había visto a Fernando en dos días, pero esperaba que estuviera siguiendo el plan y distrayendo a los guardias en los jardines.
Don Rodrigo había insistido en mantener el ritual en secreto, advirtiendo sobre las graves consecuencias que enfrentarían si alguien los descubría. Isabel portaba una pequeña bolsa de cuero con los ingredientes necesarios, mientras que Leonor sostenía una vela encendida con caracteres dorados que no reconocía. La vela que sostenía Leonor olía a cardamomo y mandarina, un aroma que llenaba el aire con una fragancia dulce y especiada. Rebeca parecía fascinada con todo aquello.
—¿Estás segura de que esto funcionará? —preguntó Leonor, escéptica. La magia era una cosa que no le infundía confianza.
—No lo sé —admitió Isabel—. Pero tenemos que intentarlo. Si padre le ha dado el visto bueno es que hay una mínima posibilidad de que esto rompa el maleficio.
Don Rodrigo gruñó como respuesta afirmativa. Comenzó a trazar un círculo en el suelo con sal, murmurando palabras en un idioma antiguo que Leonor no reconocía. Isabel colocó los ingredientes en el centro del círculo: una pluma de avestruz, una ramita de tomillo y un frasquito de cristal con un contenido incoloro. El aire estaba cargado de una energía palpable, que traía esperanza. La voz de Don Rodrigo resonó mientras leía en voz alta del antiguo manuscrito que sostenía. Su voz guiaba a los presentes hacia tiempos pasados, cuando la magia flotaba en el ambiente y todo era posible.
Sentada, en el centro del círculo de sal, Leonor se sentía en sintonía con los elementos. Su hermana se acercó y le pidió una mano, la giró para dejar su palma hacia arriba, y la rasgó en la línea de la vida, ligeramente. Una punzada de dolor la recorrió mientras la sangre manaba de la herida. Su hermana tomó un poco con el pulgar y lo puso sobre su frente. Isabel comenzó a recitar las palabras del antiguo manuscrito, su voz firme y clara. Fue abandonando el círculo poco a poco, bajo la atenta mirada de Rebeca, que esperaba allí.
Cuando terminó, Don Rodrigo cerró el libro y, durante una milésima de segundo, un destello plateado pareció abandonar el interior de Leonor. Rebeca, fascinada, no podía apartar la vista de ella.
—Rebeca, dime, ¿qué opinas de Leonor, ahora? —preguntó Isabel, con la esperanza de que el ritual hubiera funcionado.
—Sigue viéndose hermosa, como siempre.
Leonor sintió una punzada de desánimo. Quizá aquello no había funcionado después de todo.
—La poción era muy fuerte. Y Leonor derramó todo su contenido. Es normal que esto no lo deshaga. Quizá sea necesario realizar un sello para completar el hechizo
Isabel y Rebeca asintieron. Con el corazón pesado, los cuatro regresaron al palacio en silencio. Pero a Leonor no le convencía cómo sonaba lo de sellar el hechizo. Si aquello había dolido entonces el sellado...Quizá la atención constante de todos no fuese tan mala.
Al entrar al palacio, Isabel se detuvo, permitiendo que Rebeca y Don Rodrigo siguieran adelante. Su expresión preocupó a su hermana.
—Leonor, hay algo que no te he dicho —dijo Isabel, con voz temblorosa. Sopesó el rostro de su hermana pequeña. Sabía que aquello no iba a gustarle.
—Es sobre el sello, ¿verdad? ¿Cómo se sella un hechizo?
—La única forma de sellar el hechizo es...un beso de amor verdadero.
Leonor sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies, como si el mundo entero se tambaleara.
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La Competición
FantasyLas hermanas Mendoza son invitadas a la Corte Real de Lazonia para competir por la mano del príncipe Fernando. Isabel sueña con su propia historia de amor real mientras que Leonor, la rebelde de la familia, prefiere la libertad del bosque a las rígi...