Al día siguiente, Leonor se presentó como el resto de los participantes en el jardín por tercera vez. Empezaba a estar cansada de todo aquello. A penas había dormido, sumergida en un duermevela frenético, en el que la calidez de Fernando se le venía una y otra vez mientras los recuerdos de una vida pasada, que se le antojaba ajena, regresaba poco a poco a ella. Le hubiese gustado hablar con su hermana, pero Isabel había regresado tarde anoche y por la mañana, con las prisas, no habían tenido tiempo para hablar. Por suerte, estaba a su lado, infundiéndole fuerza.
El príncipe parecía ajeno al caos de su cabeza, como si aquel beso que compartieron no hubiese significado nada para él. En la distancia, Fernando conversaba alegre con algunas de las participantes. Volvía a lucir la máscara, que a Leonor se le tornó ridícula, pero su traje verde oscuro de terciopelo, adornado con bordados de pájaros, destacaba su figura esbelta y su porte altivo.
Como siempre, los presentes charlaban animados, aunque su número se había reducido drásticamente. Un deje, una sombra de preocupación, se mecía sobre ellos. No se le escapó a ninguna de las hermanas.
La Reina Madre anunció a los presentes que la prueba iba a dar comienzo, pero que lamentablemente ella no podría estar presente. Que en su sustitución, Don Rodrigo, el famoso curandero, sería quien acompañase a su mujer, Catalina. Las hermanas se miraron entre ellas.
—La prueba consistirá en un trivia sobre Lazonia. Si queréis ser consorte de uno de mis queridos hijos, tendréis que demostrar que conocéis vuestro reino.
—Por favor, disponeros de dos en dos en las mesas puestas a tal efecto.
—¡Ah! Y el ganador de la prueba tendrá el honor de acompañar al príncipe más allá del castillo, en un paseo por el Hayedo.
Salir del castillo. Estaba claro que era un premio hecho a medida. Leonor sospechaba que, hiciera lo que hiciese, aquel premio era suyo. Quizá Fernando no había olvidado lo de anoche. Pero ella no se lo iba a poner fácil. Todavía tenía que poner en orden sus ideas.
Rebeca volvió a situarse con el chico rubio y Leonor se empezó a preguntar si tendrían algún tipo de parentesco. Isabel, por su parte, se sentó junto a su hermana, erguida, impaciente.
—Me encantan los preguntas y respuestas—dijo Isabel con entusiasmo. Aunque, ¿qué no gustaba a Isabel?
Leonor respiró hondo y se preparó para la competencia, decidida a dar lo mejor de sí misma. Isabel, por otro lado, parecía tranquila y confiada, como si estuviera en su elemento.
La primera pregunta resonó en el aire: "¿Cuál es el nombre del fundador de Lazonia?" Isabel levantó la mano rápidamente y respondió con seguridad.
—El Rey Alarico I.
Catalina asintió, confirmando la respuesta correcta, y Don Rodrigo hinchó su pecho, orgulloso, mientras una sonrisa se dibujaba en su cara. La competencia continuó, con preguntas cada vez más difíciles. Isabel respondía con rapidez y precisión, demostrando un conocimiento profundo de la historia y cultura de Lazonia. Respondió con rapidez que Druhel era la capital, donde se encontraban, que la villa más al sur era Estes, que en el pasado fue de Arania, aunque fue arrebatada en la batalla de los 5 días.
Leonor, aunque nerviosa, también logró responder algunas preguntas correctamente, pero no con la misma rapidez. Estaba claro que este juego era de su hermana. Dirigió su mirada a Fernando, que parecía concentrado en algo que le contaba Don Rodrigo. El corazón de Leonor dio un vuelco, ¿volvería a escogerla a ella como en la primera prueba?
Finalmente, llegó la última pregunta: "¿Cuál es el símbolo de la casa real de Lazonia?" Isabel levantó la mano una vez más y respondió con confianza.
—El símbolo de la casa real de Lazonia es el león dorado sobre un fondo azul.
Catalina sonrió y anunció que Isabel había ganado. Los participantes aplaudieron, reconociendo su impresionante desempeño. Todo el público ardió en vítores. Para sorpresa de Leonor, nadie gritó su nombre.
—Por favor, silencio.—La multitud acalló ante la voz de Catalina.
—Será el príncipe quien anuncie la ganadora, que lo acompañará en un paseo más allá del castillo.
Fernando se adelantó. El sol caía de pleno sobre él. Ya no llevaba la máscara y sus rasgos afilados lucían de manera casi mágica. Leonor reconoció en él, por fin, el niño que en algún día había sido. Sus ojos se conectaron y la anticipación se le subió a la garganta.
—Y la ganadora es...Isabel.
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La Competición
FantasyLas hermanas Mendoza son invitadas a la Corte Real de Lazonia para competir por la mano del príncipe Fernando. Isabel sueña con su propia historia de amor real mientras que Leonor, la rebelde de la familia, prefiere la libertad del bosque a las rígi...