Capitulo 5

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Lamine mantuvo su frente apoyada en la de Sophie, mientras una suave sonrisa cruzaba su rostro. Sus dedos rozaron delicadamente la mejilla de ella, como si temiera romper el momento.

—Princesa... —murmuró con una voz baja y cálida que hizo que Sophie sintiera un leve escalofrío recorrer su espalda.

Ella lo miró a los ojos, sorprendida por el término, y no pudo evitar sonreír, aunque sus mejillas se tiñeron de un tenue rubor.

—¿Princesa? Hace años que no me llamas así...

Lamine se encogió de hombros ligeramente, su sonrisa creciendo mientras sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y ternura.

—¿Y qué si quiero recordarte que siempre lo has sido para mí?

Sophie dejó escapar una pequeña risa, negando con la cabeza como si no pudiera creer lo que escuchaba. Pero detrás de la risa, había una emoción genuina, un sentimiento que hacía mucho tiempo no experimentaba con tanta claridad.

—Eres tan cursi, Lamine —dijo, aunque sus palabras carecían de cualquier reproche real.

—Tal vez —respondió él, acariciando su mano mientras le dedicaba una mirada que parecía atravesarla—. Pero siempre fui así contigo, y tú lo sabes.

Sophie bajó la mirada por un momento, sintiendo que su corazón latía con más fuerza de lo que estaba dispuesta a admitir. Cuando volvió a alzarla, sus ojos estaban llenos de algo que Lamine reconoció al instante: vulnerabilidad y esperanza entremezcladas.

—Lamine, esto... —comenzó a decir, pero él la interrumpió suavemente.

—Shh, no te preocupes por lo que significa ahora mismo, princesa. Solo quiero estar aquí contigo. Solo nosotros dos.

Sophie cerró los ojos por un momento, dejando que sus palabras calaran en su interior. Finalmente, soltó un suspiro y le dedicó una sonrisa que parecía iluminar todo a su alrededor.

—Está bien, Lamine. Solo nosotros dos.

Y con esas palabras, ambos continuaron su camino, todavía tomados de la mano, como si el resto del mundo hubiera dejado de existir.

Mientras caminaban de la mano, Sophie sintió que su bolso vibraba. Se detuvo un momento y sacó el teléfono, mirando la pantalla. El nombre de Jackson aparecía iluminado en letras claras. Su expresión cambió al instante, pasando de la calma y calidez que sentía con Lamine a una mezcla de incomodidad y tensión.

—Es... Jackson —murmuró, casi como una disculpa.

Lamine soltó su mano lentamente, sus ojos oscureciéndose apenas un poco, pero mantuvo la compostura.

—Adelante, contesta —dijo con voz neutral, aunque no pudo evitar cruzarse de brazos mientras esperaba.

Sophie respiró hondo antes de deslizar el dedo por la pantalla para aceptar la llamada.

—Hola, Jackson —dijo, tratando de sonar despreocupada.

La voz de Jackson sonó al otro lado de la línea, algo adormilada pero seria.

—Sophie, ¿dónde estás? Me desperté y no estabas.

Ella apretó los labios, intentando mantener la calma.

—Salí a tomar un café —respondió, omitiendo intencionadamente los detalles.

—¿Un café? —repitió Jackson, con un tono que no escondía su descontento—. ¿Y no podías haberme avisado?

Lamine arqueó una ceja al escuchar el tono de Jackson, pero no dijo nada. Sophie, sin embargo, sintió una chispa de molestia encenderse en su interior.

Amor que Duele - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora