Capitulo 18

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Pasaron algunas horas mientras Sophie descansaba en su cama del hospital, conectada a varios monitores que vigilaban su recuperación. Lamine estaba sentado junto a ella, sin soltar su mano. Aunque su rostro mostraba una mezcla de cansancio y preocupación, no dejaba de mirarla con ternura. Jennifer y Brad habían salido para buscar café, dejando a la pareja a solas por un momento.

De repente, el teléfono de Lamine comenzó a sonar con insistencia. Al verlo, frunció el ceño: era Emma. Su hija adolescente parecía haber escuchado lo sucedido, probablemente por las noticias. Tomó el teléfono rápidamente y contestó.

—¿Emma? —dijo Lamine, intentando mantener la calma en su voz, aunque sabía que no sería fácil tranquilizarla.

Al otro lado de la línea, Emma estaba llorando. Su voz sonaba entrecortada, cargada de pánico.

—¡Papá! ¿Es cierto? ¡Vi en las noticias que mamá tuvo un accidente! ¿Está bien? ¿Qué pasó? ¿Por qué no me dijeron nada? —su voz era un torrente de preguntas, apenas dejando espacio para respirar.

—Tranquila, Emma, por favor. —Lamine se levantó y caminó hacia la ventana, tratando de hablar en voz baja para no despertar a Sophie—. Sí, mamá tuvo un accidente, pero está bien. Está aquí en el hospital recuperándose. No quise asustarte y quería esperar a tener más información antes de llamarte.

—¡Pero lo vi en las noticias, papá! Decían que el accidente fue grave, que la camioneta volcó... ¿Cómo puedes decir que está bien? —gritó Emma, su voz llena de angustia.

—Lo sé, lo sé... Fue grave, pero los médicos dicen que está fuera de peligro ahora. Tiene algunos golpes y cortes, pero está consciente y estable. —Intentó sonar más convincente, aunque su propia voz temblaba ligeramente—. Si quieres venir, puedes hacerlo. Pero quiero que te calmes, ¿de acuerdo?

Emma sollozó al otro lado de la línea, respirando profundamente para tratar de tranquilizarse.

—Sí, quiero verla. Necesito verla. No puedo quedarme tranquila hasta estar ahí.

—Está bien. Dile a tu abuela que te traiga al hospital, y yo te estaré esperando en la entrada. —Lamine miró hacia Sophie, quien seguía dormida, su rostro aún pálido pero en calma.

—Voy para allá —dijo Emma con determinación, antes de colgar.

Lamine dejó escapar un suspiro largo, pasándose una mano por el cabello. Sabía que Emma era emocionalmente intensa y que esto la había afectado profundamente. Quería estar ahí para ambas, pero también sabía que tenía que mantener la situación bajo control, especialmente para Sophie, que necesitaba descanso.

Se acercó nuevamente a la cama, inclinándose para besar la frente de Sophie con delicadeza. Aunque sabía que no podía escuchar sus pensamientos, le susurró:

—Emma viene. Ya sabes cómo es nuestra pequeña tormenta, pero prometo mantener todo tranquilo para que puedas recuperarte.

Sophie no respondió, pero su respiración parecía un poco más tranquila, como si, incluso en su sueño, pudiera sentir la cercanía de Lamine.

Un par de horas después, las puertas del hospital se abrieron con fuerza, dejando entrar a Emma junto con su abuela Sheila. Emma, de 16 años, tenía los ojos rojos y ligeramente hinchados por haber llorado durante todo el camino. Sheila, siempre elegante y con un aire de autoridad, mantenía una mano firme sobre el hombro de su nieta, intentando transmitirle algo de calma, aunque su propio rostro reflejaba preocupación.

Lamine estaba en la recepción del hospital, esperando su llegada. Apenas las vio, se acercó rápidamente. Emma, sin siquiera detenerse a saludar, corrió hacia él y lo abrazó con fuerza.

Amor que Duele - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora