Capitulo 9

15 0 0
                                    

Mientras Emma escribía en su diario, su teléfono comenzó a vibrar sobre la mesita de noche, iluminando la pantalla con el nombre de Emmet. Al ver su nombre, un leve rubor apareció en sus mejillas, aunque el peso de sus pensamientos aún la mantenía algo distraída.

—Hola, Emmet —respondió con voz tranquila al descolgar.

Del otro lado de la línea, la voz de Emmet sonaba animada, como siempre. —¡Hola, preciosa! Solo quería saber cómo estás. Hoy no te he visto ni he sabido mucho de ti. ¿Todo bien?

Emma sonrió, a pesar del torbellino emocional que llevaba dentro. Emmet siempre tenía ese efecto en ella, capaz de sacarla de sus pensamientos más oscuros con una sola palabra.

—Sí, todo bien... o bueno, más o menos —respondió, su tono bajando ligeramente. No estaba segura de cuánto quería compartir con él sobre lo que estaba pasando con sus padres.

—¿Más o menos? Eso no me gusta. Cuéntame, ¿qué pasa? —preguntó Emmet, su preocupación evidente.

Emma dudó por un momento, jugando con un mechón de su cabello. Emmet siempre había sido un apoyo para ella, pero hablar de sus padres era complicado. Era un tema lleno de emociones encontradas, y no quería parecer vulnerable, ni mucho menos trasladar sus problemas a su relación con él.

—Es complicado... Mis papás... —empezó, haciendo una pausa para tomar aire. —Creo que están intentando arreglar las cosas entre ellos.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, y luego Emmet respondió con su tono habitual, calmado y protector: —Eso suena... ¿bueno? Aunque por tu tono, parece que no estás del todo segura.

—Es que no lo sé —confesó Emma, soltando un suspiro—. Es como si quisiera emocionarme, como si quisiera creer que esta vez funcionará. Pero no puedo evitar recordar cómo las cosas siempre terminan mal... y lo mucho que me dolió cuando él no estuvo ahí.

Emmet escuchó en silencio, dándole el espacio que necesitaba para hablar. Finalmente, dijo: —Es normal que sientas eso, Emma. Has pasado por mucho, y tus sentimientos son válidos. Pero también creo que, si tus papás están intentando algo ahora, tal vez deberías darles una oportunidad. No por ellos, sino por ti. Quizás esta vez sea diferente.

Emma asintió, aunque él no podía verla. Las palabras de Emmet le dieron una pequeña chispa de esperanza, pero todavía sentía ese nudo en el pecho.

—Gracias, Emmet. No sé qué haría sin ti —dijo con sinceridad, su voz más suave.

—Siempre estaré aquí para ti, ¿sabes? Para lo que necesites, en cualquier momento. Ahora, ¿quieres que vaya a verte? Podría llevarte tu helado favorito y distraernos un rato —propuso, con un tono ligero que logró sacarle una pequeña risa.

La propuesta era simple, pero justo lo que Emma necesitaba. Una salida con Emmet siempre era un respiro de las tensiones que a veces sentía en casa.

—Suena bien —respondió con una leve sonrisa—. Dame unos minutos para arreglarme.

—Perfecto. Paso por ti en media hora —confirmó él antes de colgar.

Emma dejó el teléfono en la cama y se levantó para revisar su armario. Aunque tenía una mezcla de emociones respecto a su madre y su padre, sabía que salir con Emmet le ayudaría a aclarar un poco sus pensamientos. Además, Emmet siempre sabía cómo hacerla reír, algo que necesitaba ahora más que nunca.

Mientras se ponía unos jeans cómodos y una blusa que combinaba con su chaqueta favorita, no pudo evitar sonreír al pensar en él. Emmet era paciente, comprensivo y, sobre todo, un gran apoyo para ella, especialmente cuando la relación con su madre se volvía difícil. Sabía que podía contar con él, incluso en los días más complicados.

Amor que Duele - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora