Capitulo 8

12 0 0
                                    

El sol apenas comenzaba a asomarse por las cortinas cuando Sophie abrió los ojos, encontrándose con la mirada de Lamine, quien ya estaba despierto, observándola con una sonrisa relajada. Él alzó una mano para apartar un mechón de cabello que caía sobre su rostro y se inclinó para darle un beso suave en los labios.

—Buenos días, cariño —murmuró Lamine, con esa voz ronca de recién despertado que hacía que Sophie sonriera.

—Buenos días —respondió ella, acurrucándose más cerca de su pecho, disfrutando de la calidez de su abrazo.

Lamine no perdió tiempo. Su mano empezó a recorrer con suavidad el costado de Sophie, dibujando pequeños círculos en su piel, despertando en ella una sensación de cosquilleo que la hizo suspirar. Sus labios comenzaron a trazar un camino lento desde su cuello hasta su clavícula, provocando que Sophie cerrara los ojos, perdida en la sensación.

—Parece que alguien no quiere salir de la cama hoy —dijo Sophie entre risas suaves, mientras sus manos se deslizaban por la espalda de Lamine, acariciándolo con ternura.

—¿Y por qué debería? —respondió él, en un tono juguetón, antes de capturar sus labios en un beso apasionado, llenándola de deseo una vez más.

Estaban a punto de dejarse llevar por el momento, cuando un sonido los sacó de su burbuja. Toc, toc, toc. Alguien golpeaba la puerta con insistencia.

Ambos se detuvieron, intercambiando una mirada de sorpresa y frustración. Sophie dejó escapar un suspiro y enterró el rostro en el cuello de Lamine mientras él soltaba una risa suave.

—Debe ser Emma —susurró Sophie, tratando de recuperar la compostura.

—Perfecto timing, como siempre —bromeó Lamine, rodando los ojos con una sonrisa antes de levantarse ligeramente, todavía cubierto por las sábanas.

—. ¡Ya voy, princesa! Dame un minuto.

Sophie lo miró con una ceja levantada, claramente divertida. —¿Un minuto? ¿Qué le vas a decir si entra ahora? Que nos quedamos hablando toda la noche, ¿cierto?

—Exactamente eso. Nos quedamos hablando... muy apasionadamente —respondió Lamine con una sonrisa traviesa, inclinándose para robarle un beso rápido antes de levantarse de la cama.

Lamine se puso unos pantalones rápidamente y se acercó a la puerta, mientras Sophie se tapaba con las mantas, todavía algo sonrojada. Al abrir la puerta, Emma estaba de pie con los brazos cruzados, levantando una ceja de manera muy similar a Sophie.

—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó Emma, con una mezcla de curiosidad y una leve sonrisa pícara.

—Buenos días a ti también, princesa. ¿Ocurre algo? —preguntó Lamine, inclinándose para darle un beso en la frente.

—Quiero desayunar, y además, mamá no estaba en su habitación anoche —dijo Emma, mirando por encima del hombro de Lamine para intentar ver a Sophie.

Sophie decidió intervenir, levantándose de la cama con una sonrisa, envuelta en la sábana. —Buenos días, cielo. Tu papá y yo estuvimos poniéndonos al día. ¿Te apetece que preparemos algo especial para el desayuno? —propuso, tratando de desviar la atención.

Emma la miró, y después de unos segundos de evaluación, sonrió ampliamente. —¡Quiero waffles con fresas!

Lamine rió y miró a Sophie. —Bueno, parece que tenemos trabajo. Vamos, princesa, tú pones la mesa y yo ayudo a mamá en la cocina.

Emma, satisfecha con la respuesta, se dio media vuelta y corrió hacia la sala. Sophie soltó un suspiro de alivio, mirándolo con una mezcla de diversión y ternura.

Amor que Duele - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora