Dentro de la ambulancia, el ambiente era tenso. El sonido constante del monitor cardíaco que marcaba el pulso débil de Sophie hacía que cada segundo pareciera eterno para Lamine. Sostenía su mano con fuerza, inclinándose hacia ella, como si su sola cercanía pudiera mantenerla a salvo.
—¿Va a estar bien? —preguntó al paramédico con una mezcla de desesperación y esperanza.
—Estamos haciendo todo lo posible para estabilizarla, señor. Tiene una contusión en la cabeza y posibles fracturas. Necesitamos hacerle una tomografía en cuanto lleguemos al hospital para descartar lesiones internas —respondió el paramédico con tono profesional, aunque su mirada mostraba preocupación.
Lamine no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas. Ver a Sophie en ese estado lo hacía sentirse impotente, una sensación que no estaba acostumbrado a manejar.
—Sophie, por favor... despierta. Necesito que estés bien. No puedes dejarme ahora —murmuró, con la voz entrecortada, acariciando con cuidado su cabello ensangrentado.
La ambulancia llegó al hospital en cuestión de minutos, aunque para Lamine habían parecido horas. En cuanto se detuvieron, los paramédicos abrieron las puertas traseras y comenzaron a mover rápidamente la camilla hacia la sala de emergencias.
—Señor, tendrá que esperar aquí mientras la evaluamos —dijo una de las enfermeras, deteniéndolo antes de que pudiera seguirlos.
—¡No! No puedo quedarme aquí. ¡Es mi esposa! —insistió, con los ojos rojos de la desesperación.
—Lo entiendo, pero necesitamos espacio para trabajar. Le avisaremos en cuanto tengamos noticias —respondió la enfermera con firmeza antes de desaparecer por las puertas de emergencia junto con Sophie.
Lamine se quedó allí, paralizado, mirando las puertas cerrarse. Dio un paso atrás, pasándose las manos por el cabello con frustración, y finalmente dejó caer su peso sobre una de las sillas de la sala de espera.
Minutos después, su teléfono comenzó a sonar. Era Alejandro, quien había recibido la noticia por uno de los guardias.
—Lamine, ¿dónde estás? Nos dijeron que Sophie tuvo un accidente. ¿Está bien? —preguntó Alejandro, su tono serio pero preocupado.
—Estoy en el hospital. No sé nada todavía... Está inconsciente, y los médicos no me dejan verla. —La voz de Lamine era un susurro cargado de angustia.
—Voy para allá con Ferran y Gavi. No te preocupes, hermano, no estás solo.
—Gracias... —murmuró Lamine antes de colgar.
Se quedó sentado, con la mirada perdida, jugando nerviosamente con el anillo que llevaba en su dedo. Recordó la última vez que Sophie y él habían reído juntos, hacía apenas unas horas. Pensar que todo podía cambiar tan rápido lo llenaba de un miedo que no sabía cómo manejar.
Lamine se levantó de la silla, caminando de un lado a otro, incapaz de quedarse quieto mientras la preocupación lo consumía. A pesar de todo, sabía que tenía que hacer una llamada que Sophie probablemente no habría querido, pero él no podía ignorar la gravedad de la situación.
Sophie y sus padres, Jennifer y Brad, habían estado distantes durante los últimos años. Aunque ambos eran figuras icónicas en el mundo del espectáculo, la relación con su hija siempre había sido complicada. Sin embargo, Lamine sabía que, independientemente de los conflictos, merecían saber lo que había ocurrido.
Tomando aire, sacó su teléfono y marcó el número de Jennifer. Mientras el tono sonaba, sus dedos tamborileaban nerviosamente contra su muslo. Finalmente, una voz reconocible pero tensa contestó.
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Amor que Duele - Lamine Yamal
FanfictionComparten un amor intenso y una hija que ilumina sus vidas, pero las circunstancias siempre los separan. Entre obligaciones, secretos y promesas rotas, su relación se fragmenta, dejando su amor en un constante tira y afloja. ¿Podrán superar los desa...