Capitulo 10

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Era ya bien entrada la noche cuando el sonido del coche de Emmet se apagó frente al apartamento. Emma miró por el espejo retrovisor, dándose cuenta de que había superado la hora límite que su madre le había puesto. Sintió un nudo en el estómago, sabiendo que, al regresar, no sería una llegada tranquila.

Al abrir la puerta, vio a Sophie de pie en la sala, su expresión tensa y molesta. Lamine, en cambio, estaba sentado en el sillón, leyendo algo en su teléfono, con una calma que contrastaba con el ambiente. Emma sintió una mezcla de culpabilidad y frustración al ver a su madre así.

—¡¿A qué hora pensabas llegar, Emma?! —exclamó Sophie, la voz cargada de tensión—. Ya es tarde y ni siquiera me avisaste que estarías tan tarde fuera.

Emma, sintiendo la presión de la situación, soltó su bolso en la mesa con un suspiro.

—¿De verdad me vas a hacer esta escena ahora? —respondió, visiblemente molesta—. No es como si estuviera haciendo algo malo. Salí con Emmet y, lo siento, me quedé un poco más de lo que pensaba, pero no soy una niña, mamá.

Sophie la miró, sorprendida por el tono de su hija, pero no dejó que la provocara. La frustración se apoderó de ella, y dio un paso hacia Emma.

—No eres una niña, lo sé. Pero siempre haces lo que quieres sin pensar en las reglas que hemos establecido. —Sophie respiró hondo, tratando de controlar sus emociones—. Te preocupas más por pasarla bien que por cómo eso me hace sentir a mí, o a tu padre.

Emma apretó los labios, y su mirada se endureció. Se dio vuelta hacia Lamine, esperando encontrar algo de apoyo en él, pero él seguía mirando su teléfono con tranquilidad, como si no quisiera intervenir. A pesar de la tensión, su presencia parecía tener un efecto calmante.

—¿Por qué no me dices lo que realmente piensas, mamá? —preguntó, su voz cada vez más cargada de frustración—. ¿Porque no estoy a tu altura? ¿Porque te molestó que saliera con Emmet? ¿O es que te incomoda ver que las cosas ya no son como antes?

Sophie cerró los ojos un momento, y cuando los abrió, su voz era más suave, aunque seguía impregnada de un dolor palpable.

—No se trata de eso, Emma. Lo que me molesta es que cada vez que intentamos tener una conversación, me alejas. Me he pasado años preocupada por ti, por lo que te pasa, y parece que no importa lo que haga, siempre soy la mala. Y a veces me pregunto si eso tiene que ver con todo lo que pasó con tu padre.

Emma sintió un golpe en el pecho al escuchar esas palabras. La verdad que Sophie había dejado escapar no era nueva, pero dolía escucharla en voz alta. El resentimiento que había estado guardando desde que era pequeña, por la distancia entre su madre y su padre, se desbordó en ese momento.

—¿Sabes qué, mamá? —respondió con dureza—. Sí, tiene que ver con eso. Porque por mucho que digas que lo hacías por mí, al final lo que hiciste fue alejarme de él. De mi propio padre. ¿Y ahora vienes a decirme que no te importa cómo me siento? No te engañes. Estuviste tan ocupada culpándolo a él, que te olvidaste de que yo también sufrí.

El silencio se hizo pesado en la sala. Sophie no supo qué decir. Lamine, que había permanecido en segundo plano hasta ese momento, levantó la mirada y se acercó a Emma, poniendo una mano en su hombro.

Sophie, al escuchar las palabras de Emma, apretó los labios con furia contenida. La tensión en el aire era palpable, como si cada palabra fuera una pequeña chispa esperando encender una explosión. Sophie respiró profundamente, tratando de mantener la calma, pero su paciencia se estaba agotando rápidamente.

—¡Emma! —dijo con voz firme, señalando la escalera—. Vete a tu habitación ahora. No voy a permitir que sigas hablando de esa manera.

Emma la miró con una mezcla de enojo y dolor, pero no dijo nada más. La mirada de Sophie era implacable, y a pesar de todo lo que sentía, sabía que no valía la pena seguir discutiendo. Tomó su bolso de la mesa, sin decir una palabra, y subió las escaleras, cada paso resonando en el apartamento vacía como un recordatorio del dolor que ambos, madre e hija, llevaban dentro.

Amor que Duele - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora