Capitulo 11

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Lamine entró en la habitación después de un rato y vio a Sophie, ya metida en la cama, mirando al techo, aún con la mente ocupada por la conversación con Emma. Se acercó con pasos suaves y, al ver que ella no le prestaba atención, se tumbó a su lado, sin decir nada. La habitación estaba en silencio, solo se escuchaba el sonido suave de sus respiraciones, pero había una sensación palpable de incomodidad en el aire.

Sophie, sintiendo la presencia de Lamine, se giró lentamente hacia él. Sus ojos se encontraron, y por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Era como si las palabras se hubieran agotado, y el simple hecho de estar ahí, en silencio, compartiendo el mismo espacio, fuera todo lo que necesitaban.

Finalmente, Lamine rompió el silencio, su voz suave pero llena de calma.

—¿Te sientes mejor? —preguntó, acariciando levemente su brazo.

Sophie cerró los ojos por un momento, apreciando el toque reconfortante de Lamine. Aunque todo lo que había sucedido seguía doliendo, su presencia le daba una sensación de seguridad, de que no estaba sola en medio del caos.

—No realmente —admitió, su voz cargada de cansancio—. Pero al menos ahora, con ti... me siento un poco menos perdida.

Lamine, sin necesidad de palabras grandes, la rodeó con su brazo, abrazándola suavemente. Sophie se acomodó en su pecho, buscando consuelo en el contacto cercano. No necesitaban hablar más. Ambos sabían que el tiempo haría su parte, pero por ahora, lo único que podían hacer era apoyarse mutuamente.

—Estamos juntos en esto, Sophie —dijo Lamine, con su voz profunda y tranquilizadora. —No importa cuán difícil sea, lo enfrentaremos juntos. Mañana será un nuevo día, y veremos cómo seguimos. Pero ahora, descansa.

Sophie asintió con la cabeza, cerrando los ojos mientras se aferraba un poco más a él. El roce de su respiración tranquila, el latido de su corazón, le daban una sensación de paz que no había tenido en todo el día. Aunque todo seguía siendo incierto, al menos en ese momento, sentía que no tenía que enfrentar el mundo sola.

Las horas pasaron lentamente mientras la mañana se deslizaba en la tarde. Sophie y Lamine, ya vestidos y listos, se encontraban en la entrada de la casa. Sophie llevaba un conjunto casual pero elegante, una blusa de tonos suaves y unos pantalones de tela cómoda, mientras que Lamine se había puesto algo simple, pero siempre con estilo, una camiseta y unos jeans. Después de un desayuno tranquilo, habían decidido que sería una buena idea ir a ver a Emma en su colegio, aprovechar el momento y pasar algo de tiempo juntos como familia. A pesar de todo lo ocurrido, sabían que necesitaban encontrar momentos para acercarse más a ella, para sanar las grietas que se habían abierto entre ellos.

Sophie, con el bolso colgado del hombro, se acercó a Lamine, quien ya tenía las llaves de la camioneta en la mano.

—¿Lista para ir a buscarla? —preguntó Lamine con una sonrisa tranquila, abriendo la puerta de la camioneta para que Sophie subiera.

Sophie asintió, su expresión aún un poco pensativa, pero decidida.

—Sí, creo que esto podría ayudarnos. Tal vez pasemos un buen rato con ella, fuera de la rutina y las discusiones.

Ambos se subieron a la camioneta, y Lamine arrancó el motor, conduciendo por las calles tranquilas de la ciudad mientras el sol de la tarde comenzaba a ponerse, tiñendo todo de tonos cálidos. Sophie miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos, mientras Lamine se concentraba en el camino, con una leve sonrisa en los labios.

—¿Sabes? —dijo Lamine después de un momento de silencio—. Emma necesita saber que la apoyamos. A veces, incluso cuando no lo dice, lo necesita más que nunca.

Amor que Duele - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora