Capitulo 20

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Lamine respiró hondo antes de regresar a la sala donde lo esperaban Jennifer, Brad, Sheila, Emma y los amigos cercanos que habían estado apoyándolo. Aunque había buenas noticias, la tensión aún no lo abandonaba por completo. Sabía que todos estaban desesperados por escuchar cómo estaba Sophie.

Al cruzar la puerta, todas las miradas se dirigieron hacia él. Jennifer se levantó rápidamente, al igual que Brad, mientras Sheila se mantenía cerca de Emma, que seguía con los ojos llorosos y abrazada a un peluche que alguien le había dado para consolarla.

—¿Cómo está? ¿Qué dijeron los médicos? —preguntó Jennifer con urgencia, avanzando hacia él.

Lamine esbozó una pequeña sonrisa, un gesto que no había mostrado en horas, y habló con voz serena:

—Está despierta. Sophie está estable. Los médicos dicen que todavía está en observación y que el riesgo no ha pasado por completo, pero por ahora está bien. —Hizo una pausa para mirar a Emma, que lo observaba con los ojos muy abiertos—. Tu mamá está luchando, Emma. Es fuerte.

Un murmullo de alivio recorrió la sala. Jennifer dejó escapar un sollozo y se llevó una mano al pecho, mientras Brad se inclinaba ligeramente hacia adelante, apoyando sus manos en sus rodillas, como si finalmente pudiera respirar después de horas de tensión.

—Gracias a Dios... —susurró Brad, con la voz cargada de emoción.

Emma soltó el peluche y corrió hacia su padre, envolviéndolo en un abrazo apretado.

—Sabía que iba a estar bien... —dijo con la voz quebrada. Sus lágrimas ahora eran de alivio, aunque seguían brotando sin control.

Sheila se acercó lentamente, colocando una mano en el hombro de Lamine. Aunque sus ojos estaban húmedos, su sonrisa era tranquilizadora.

—Sabíamos que Sophie es una guerrera, Lamine. Esto no la va a derrotar. —Su voz estaba llena de confianza y cariño.

Los amigos cercanos de Lamine también mostraron señales de alivio. Héctor, que había estado sentado en silencio todo el tiempo, se levantó para darle una palmada en el hombro.

—Esa es una buena noticia, hermano. Sabíamos que todo iba a salir bien.

Ferran, con una sonrisa cansada, añadió:
—Ahora puedes respirar un poco, Lamine. Sophie va a necesitarte fuerte.

Lamine asintió, agradeciendo el apoyo de todos. Se sentía aliviado, pero también sabía que el camino todavía era largo. Había algo reconfortante en saber que no estaba solo en esto, que tenía a su familia y amigos para sostenerlo.

Jennifer se acercó a Emma y la abrazó junto a Lamine. Aunque sus lágrimas no habían cesado, su expresión mostraba algo que no se había visto en horas: esperanza.

—¿Podemos verla? —preguntó Brad, su voz ronca pero con una urgencia contenida.

Lamine negó suavemente con la cabeza.

—Por ahora, solo uno o dos a la vez. Los médicos quieren asegurarse de que descanse. Pero tan pronto como podamos, podrán estar con ella. —Se giró hacia Emma—. Tú serás la primera en verla, cariño. Pero necesitamos esperar un poco más, ¿de acuerdo?

Emma asintió, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano. Aunque su pequeña figura aún temblaba, había un brillo de esperanza en sus ojos.

Lamine se inclinó hacia Emma y le acarició suavemente el rostro, notando cómo su hija luchaba por mantener la calma a pesar de lo agotada que estaba.

—Papá... necesito disculparme con mamá. Por todo lo que le dije. —La voz de Emma era apenas un susurro, pero su tono estaba cargado de culpa. Las lágrimas comenzaron a rodar nuevamente por sus mejillas—. Yo no quería decir esas cosas... estaba enojada... pero no lo decía en serio. ¿Y si ella...? —Se interrumpió, incapaz de terminar la frase.

Amor que Duele - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora