El sol estaba por ocultarse cuando Sophie decidió levantarse del banco en el parque. Había pasado horas reflexionando, pero aún sentía la necesidad de hablar con alguien que la comprendiera, alguien que pudiera darle la calma que tanto buscaba. Sus pensamientos la llevaron a un único lugar: Lamine. Sabía que él estaba en casa, y además, recordó que su hija Emma estaba pasando la noche con él después de todo lo que había sucedido con Jackson.
Sophie tomó un taxi y se dirigió al apartamento de Lamine. El trayecto fue tranquilo, pero su mente estaba inquieta. ¿Cómo sería el reencuentro después de todo lo que había pasado? ¿Sería capaz de mostrarle su vulnerabilidad y permitirle entrar aún más en su vida?
Cuando llegó, el edificio de Lamine lucía iluminado, y el guardia la reconoció, permitiéndole el paso con una sonrisa educada. Subió en el ascensor, sintiendo un nudo en el estómago mientras pensaba en lo que diría. Al llegar a la puerta, respiró profundamente y tocó suavemente. No pasó mucho tiempo antes de que Lamine abriera, con esa sonrisa cálida que siempre le daba paz.
—Princesa... —susurró Lamine al verla, pero su expresión cambió rápidamente al notar el cansancio y la tristeza en sus ojos. Sin pensarlo dos veces, abrió los brazos y Sophie, sin dudarlo, cayó en ellos. El abrazo fue firme, protector, y Sophie sintió cómo el peso de las últimas horas comenzaba a desaparecer.
—Lamine... —murmuró contra su pecho, aferrándose a él como si fuera su único refugio—. No podía estar sola, no hoy.
Lamine la acarició suavemente, sus manos recorriendo su espalda con ternura. La guió hacia dentro del apartamento, cerrando la puerta tras ellos. El ambiente era cálido y acogedor, con un par de juguetes dispersos en la sala, evidencia de que Emma estaba cerca.
—No tienes que explicarme nada ahora —le dijo en un tono calmado, llevándola al sofá—. Solo siéntate y relájate, princesa. Estoy aquí para ti.
Sophie dejó escapar un suspiro profundo, dejando que el cansancio la invadiera mientras se sentaba. Lamine se arrodilló frente a ella, tomándole las manos con delicadeza.
—Emma está en su habitación jugando —añadió suavemente, como si supiera que Sophie necesitaba algo de tranquilidad antes de cualquier conversación seria—. Pero si necesitas estar a solas, puedo distraerla.
—No, no... —Sophie negó con la cabeza, dándole una pequeña sonrisa—. Me gustaría verla.
Lamine asintió, comprensivo, pero antes de que pudiera levantarse, una voz familiar y juvenil resonó desde el pasillo.
—¿Mamá? —Emma apareció, con su largo cabello oscuro cayendo sobre sus hombros. Llevaba un conjunto cómodo, claramente lista para una noche tranquila en casa, pero su expresión era de sorpresa al ver a Sophie allí.
Sophie se levantó del sofá rápidamente, sintiendo una mezcla de alivio y culpa al ver a su hija. Se acercó a Emma, quien ya estaba caminando hacia ella, y la envolvió en un abrazo fuerte.
—Mi niña... —murmuró Sophie, cerrando los ojos mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas.
—Mamá, ¿qué pasa? ¿Por qué estás llorando? —Emma se apartó un poco, mirándola con preocupación. Sus ojos reflejaban la madurez de alguien que había crecido entendiendo más de lo que debería sobre el mundo de los adultos.
Lamine se acercó con discreción, colocando una mano en el hombro de Emma.
—Tu madre necesitaba un lugar seguro, y ¿dónde más iba a venir, si no con nosotros? —dijo con suavidad, sonriendo a ambas.
Emma miró a su padre y luego volvió a Sophie, como si intentara leer entre líneas. Finalmente, asintió y tomó la mano de su madre, llevándola hacia el sofá.
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Amor que Duele - Lamine Yamal
FanfictionComparten un amor intenso y una hija que ilumina sus vidas, pero las circunstancias siempre los separan. Entre obligaciones, secretos y promesas rotas, su relación se fragmenta, dejando su amor en un constante tira y afloja. ¿Podrán superar los desa...