Capitulo 13

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Lamine respiró profundamente, intentando contener la oleada de emociones que se había acumulado dentro de él. Sus ojos se posaron en Emma, que permanecía de pie con los brazos cruzados y el ceño fruncido, aún molesta, pero claramente afectada. No podía dejar que esto siguiera así.

—¡Emma! —dijo con un tono firme, casi autoritario, mientras se acercaba a ella—. ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Tienes idea del daño que acabas de causar?

Emma, sorprendida por el cambio en el tono de su padre, levantó la vista hacia él, pero no dijo nada. Su rebeldía parecía desmoronarse poco a poco bajo la mirada penetrante de Lamine.

—¿Sabes cuánto ha sacrificado tu madre por ti? —continuó Lamine, alzando un poco más la voz—. ¡No tienes derecho a hablarle así! ¿Que quieres irte con tu abuela? ¿Que ella se aleje? ¿Crees que con eso todo será más fácil? ¡No lo será, Emma! Lo que acabas de decir no solo fue cruel, fue completamente injusto.

Emma abrió la boca para replicar, pero Lamine levantó una mano para detenerla.

—No. Ahora me escuchas tú —dijo con firmeza—. Tu madre ha estado ahí desde el principio, cuando yo no lo estuve. Sí, ha cometido errores, pero no puedes usar eso como excusa para tratarla de esa manera. No importa lo enojada que estés, eso no justifica lo que acabas de hacer. ¿De verdad quieres que ella se sienta así? ¿Que crea que lo mejor es irse?

Emma bajó la mirada, sus ojos comenzando a llenarse de lágrimas. Las palabras de su padre estaban golpeando directamente su conciencia, y el peso de lo que acababa de hacer comenzaba a caer sobre ella.

Lamine, al notar el cambio en la actitud de Emma, suspiró profundamente, tratando de calmarse. Se inclinó un poco hacia ella, su tono ahora más suave pero igual de firme.

—Emma, escúchame bien. Las familias tienen problemas, discusiones, y sí, a veces cometemos errores. Pero alejarnos no es la solución. Tu madre te ama más de lo que imaginas, y lo que acabas de decirle fue como clavarle un puñal en el corazón. Ahora necesito que pienses bien en lo que acabas de hacer... porque no voy a permitir que sigas actuando así.

Emma no respondió. Solo asintió ligeramente con la cabeza, mientras las lágrimas finalmente comenzaban a caer por sus mejillas.

Lamine, viendo que había dicho todo lo necesario por ahora, respiró hondo y se giró hacia la puerta.

—Voy a buscar a tu madre —dijo sin mirar atrás—. Cuando regrese, espero que estés lista para disculparte. Esto no puede seguir así, Emma.

Sin esperar una respuesta, Lamine salió del apartamento rápidamente, dejando a Emma sola con sus pensamientos y las lágrimas que ya no podía contener.

Una vez fuera, Lamine comenzó a buscar a Sophie, su corazón latiendo rápido, tanto por la preocupación como por la culpa. No podía dejar que las cosas terminaran así. No después de todo lo que habían pasado juntos.

Lamine salió del apartamento apresuradamente, su mente atrapada en un torbellino de emociones. Su preocupación por Sophie crecía con cada paso, mientras repasaba las últimas palabras que había intercambiado con ella. No podía dejar que se fuera así. No podía dejar que todo lo que habían construido se desmoronara.

Al llegar a la recepción del edificio, su mirada la encontró inmediatamente. Sophie estaba de pie junto a la puerta principal, hablando con el recepcionista mientras esperaba un taxi. Sus hombros estaban tensos, y sus ojos, aunque aún brillantes por las lágrimas, estaban llenos de determinación.

Sin pensarlo dos veces, Lamine cruzó el espacio que los separaba y la alcanzó justo antes de que pudiera salir. La tomó suavemente de la mano, deteniéndola en seco. Sophie se giró hacia él, su expresión mostrando una mezcla de sorpresa y cansancio.

Amor que Duele - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora