Capítulo 3

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Sophie sintió un golpe en el pecho con las palabras de Emma. Aunque sabía que su hija estaba dolida, la mención de Lamine como el protector perfecto encendió algo dentro de ella.

—¡Emma, basta! —alzó la voz, dejando caer la máscara de calma que había intentado mantener—. No puedes simplemente marcharte cada vez que algo no te gusta.

Emma se detuvo, girándose hacia su madre con el ceño fruncido.
—¿Y qué se supone que haga, entonces? ¿Quedarme aquí para escuchar a Jackson decir que papá no es suficiente o que soy solo una excusa para que ustedes dos se sigan viendo?

Sophie apretó los puños, tratando de contener el torrente de emociones que se acumulaba en su interior.
—Eso no es justo, Emma. Jackson no tenía derecho a decir lo que dijo, pero tampoco puedes usar esto como excusa para alejarte de mí.

—¿Alejarme de ti? —Emma soltó una risa seca, llena de incredulidad—. ¿Cómo voy a acercarme a ti si ni siquiera defiendes a tu propia hija frente a alguien que claramente no me respeta?

Las palabras de Emma golpearon como un martillo. Sophie abrió la boca para responder, pero la voz de su hija se elevó antes de que pudiera decir algo.

—¿Sabes qué, mamá? No es solo Jackson. Es todo esto. Es la forma en que siempre tratas de mantener todo bajo control, de complacer a todos menos a mí.

Sophie sintió que la frustración y la culpa luchaban dentro de ella, pero no quería perder el control por completo. Respiró hondo y habló con firmeza.
—Emma, no eres una niña. Sé que estás molesta, pero no puedes hablarme de esta forma.

—¿Y tú? ¿Qué vas a hacer al respecto? —Emma levantó la barbilla desafiante, dejando la mochila caer al suelo por un momento—. ¿Vas a hablar con Jackson y decirle que se equivocó? ¿O solo vas a seguir fingiendo que todo está bien mientras él sigue aquí, durmiendo en tu cama como si nada?

El comentario fue un dardo directo. Sophie sintió cómo su paciencia comenzaba a desmoronarse.
—Jackson está aquí porque es mi pareja, Emma. Y aunque sé que no siempre es fácil para ti, eso no significa que puedas faltarle el respeto o huir cada vez que las cosas se ponen difíciles.

Emma negó con la cabeza, recogiendo su mochila nuevamente.
—No estoy huyendo. Estoy eligiendo estar con alguien que realmente me escucha.

Sophie intentó detenerla, pero Emma ya estaba caminando hacia la puerta.
—Emma...

—Adiós, mamá. —La voz de Emma era cortante mientras salía de la casa, cerrando la puerta con un golpe que resonó en el silencio que quedó.

Sophie se quedó inmóvil, sintiendo cómo las emociones la sobrecargaban. Apretó los labios y respiró profundamente, tratando de calmar el nudo en su garganta.

Detrás de ella, Jackson apareció en la puerta de la cocina, con el cabello despeinado y una expresión de desconcierto.
—¿Qué fue todo ese ruido?

Sophie lo miró, sus ojos brillando con un toque de rabia contenida.
—Emma se fue.

Jackson frunció el ceño.
—¿Se fue? ¿A dónde?

—Con su padre —respondió Sophie, con un tono que dejaba claro que no estaba de humor para preguntas.

Jackson levantó las manos, como si intentara calmar la situación.
—Sophie, ¿quieres que hablemos de esto?

Ella negó con la cabeza, apartando la mirada.
—No ahora.

Sophie tomó su taza de café, que ya estaba fría, y se dirigió hacia el salón. Necesitaba tiempo para pensar, para ordenar sus emociones y decidir qué hacer a continuación.

Amor que Duele - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora