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¿Mamá había logrado convencerme de quedarme en el pueblo?
Definitivamente.

No sé ni cómo, pero prometí quedarme dos semanas más. Solo hasta que el duelo de papá se apaciguara... o al menos lo suficiente para aparentar normalidad frente a la gente.

Hoy, con el corazón en pedazos, salí a caminar. Llevaba dos días encerrada en casa. Ver a Malia con ese tipo no me hacía ningún bien.

Entonces escuché una risa.

Era una risa pequeña, aguda, y tan familiar que un escalofrío recorrió mi espalda.

Davi.

Traté de calmarme cuando la vi, corriendo por el parque con su mamá... y su papá.

Suspiré, obligándome a mantener la cordura mientras seguía caminando. Pero mis pensamientos me atacaban sin piedad.

¿Tan fácil fue para Malia presentarle a Davi a su papá?

Estaba tan distraída que no vi por dónde caminaba y choqué con alguien.

―¡Perdón!― solté de inmediato, al darme cuenta de que la mujer con la que me había topado terminó más afectada que yo.

Era pelirroja, con mechones que brillaban bajo el sol, y parecía sorprendida.

―Tranquila. Ya decía yo que este pueblo era demasiado tranquilo― dijo, arreglándose el cabello con aire despreocupado.

―¿Eres nueva en el pueblo?― pregunté, tratando de sonar casual. La idea de conocer a alguien nuevo no me parecía del todo mala.

―Sí, me mudé hace una semana, pero oficialmente llevo dos días aquí. Soy Valerya― extendió su mano con una sonrisa ligera.

―Kylie. Y, bueno, no vivo aquí hace mucho, pero...

―¿No vives en el pueblo?― me interrumpió, ladeando la cabeza con curiosidad. Había algo en su gesto que me pareció... ¿tierno?

―No. Solo estoy aquí porque... porque mi padre murió― dije, como si fuera lo más normal del mundo.

Sus ojos color miel se abrieron con sorpresa.

―Oh... Lo siento mucho. Perder a un padre debe ser horrible. Yo nunca conocí al mío, pero... Kylie, si alguna vez necesitas hablar, vivo en la única casa café del pueblo― dijo, ofreciéndome una sonrisa cálida antes de marcharse.

Me quedé en el lugar, intentando procesar lo que acababa de pasar. ¿Había sido tan mala idea salir de casa? No lo creía.

Con ese pensamiento, seguí mi camino hasta la tienda y agarré un paquete de waffles pre-hechos. Mientras esperaba en la fila para pagar, revisé mi celular.

Había mensajes de todo tipo: de Ruby, de Morgan, y del trabajo.

"Buenos días, jefa. Perdón por molestarla en sus vacaciones, pero la agencia de abogados que nos pidió ayuda hace unas semanas pidió una junta con usted. ¿Podría agendar una para dentro de una semana?"

Suspiré. Mi vida fuera del pueblo parecía tan lejana ahora. Trabajo, reuniones, relaciones fugaces... Nada era lo que imaginé cuando era pequeña.

Quizá me estaba aferrando demasiado al pasado. O tal vez no sabía cómo dejarlo ir.

Suspiré, tratando de no pensar demasiado, y respondí rápido el mensaje:

"Estoy de vacaciones, chicos. Pídanle a otra persona que los asesore hasta que vuelva."

Por alguna razón, ese simple acto me levantó los ánimos. Inspirada, decidí que era hora de cocinar.

―Lo sé, soy bipolar― le dije a mamá, intentando sonar casual mientras sacaba los ingredientes.

Aeternum - Kylia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora