―Es muy raro despedirnos como si hubiéramos hecho algo malo― reí con suavidad mientras bajaba las escaleras, el eco de nuestros pasos llenando el espacio vacío.―Como cuando éramos novias y teníamos que fingir que venías a darme tutorías― agregó Kylie entre carcajadas, contagiándome de su risa.
―Lo peor es que estaba en dos cursos menos que tú― respondí, todavía riendo. ―¿Cómo llegaron a creernos?
―No tengo idea― dijo mientras ambas llegábamos a la puerta principal, nuestras risas desvaneciéndose poco a poco en el aire.
Nuestras miradas se cruzaron entonces, y fue como si el tiempo se detuviera. Sentí un escalofrío recorrerme, algo extraño y doloroso, como si mi cuerpo entendiera lo que mi mente todavía trataba de ignorar: esta era una despedida.
―Te quiero, Malia― soltó Kylie de repente, su voz suave, casi quebrándose.
Sin pensarlo dos veces, me envolvió en sus brazos, y yo la abracé de vuelta. No dije nada, porque sabía que si lo hacía, mi voz traicionaría todo lo que intentaba ocultar. No quería llorar. No quería pedirle que se quedara. Pero, sobre todo, no quería admitir que una parte de mí se estaba yendo con ella.
Había sido su elección. Y aunque doliera, no podía ser tan egoísta como para retenerla.
―Bueno― susurró después de unos segundos que se sintieron como una eternidad. Su voz era tranquila, pero la tensión en su mandíbula decía otra cosa. ―Empezaré a hacer las maletas hoy. Supongo que llamaré a alguien de ventas para que me ayude con la casa.
―Si necesitas ayuda en algo... dime― ofrecí, tratando de sonar casual, aunque mi corazón latía con fuerza.
―Sí, gracias― respondió dedicándome una sonrisa pequeña, pero sincera.
―Bueno, ahora sí― intenté bromear, aunque la voz me salió más débil de lo que esperaba. ―No hagamos esto más largo.
―Te quiero, Malia― repitió ella, esta vez abriendo la puerta lentamente.
Salí de su casa, dándole un beso fugaz en la mejilla antes de darme la vuelta y comenzar a caminar. Parecía un gesto simple, pero estaba cargado con todo mi amor, un amor que no encontraba forma de expresarse del todo.
Mientras me alejaba, susurré para mí misma, lo suficientemente bajo como para que solo el viento pudiera escucharlo:
―Yo te amo, Kylie.
El camino de regreso me hizo tambalear. Sentía que mis piernas se movían por inercia, pero mi corazón estaba roto. Pensar en que ella se iría, en que ya no estaría a mi alcance, y que, en el fondo, era mi culpa... me destrozaba.
No quería llorar. No quería nada de eso.
Pero sabía que si seguía caminando sin rumbo, sola, sería misión imposible mantenerme entera.
Me redirigí hacia la casa de mamá. Solo quería abrazar con todas mis fuerzas a mi pequeña Davi. Quizá no entendería del todo lo que me pasaba, pero siempre tenía esa capacidad de consolarme, de hacerme sentir que todo estaba bien, aunque fuera solo por un momento.
Cuando entré, el sonido de risas y el aroma a café llenaron el ambiente. Mamá estaba sentada en el salón junto a la señora Cantrall, charlando animadamente.
―Buenas tardes― saludé, fingiendo una felicidad que no sentía.
Ambas mujeres me miraron con una mezcla de pena y calidez, y supe de inmediato que habían hablado sobre la partida de Kylie.
―Malia, ¿quieres café?― preguntó mamá, acariciando mi brazo con un gesto maternal.
―No, gracias― respondí, intentando no romperme en su presencia.

ESTÁS LEYENDO
Aeternum - Kylia
FanfictionEl primer amor nunca se olvida. O al menos, eso es lo que dicen. Que es un sentimiento eterno. A mis quince años, creí haber encontrado al amor de mi vida; una morena que hacía latir mi corazón con cada mirada. Pero cuando nuestros secretos fueron r...