El primer amor nunca se olvida. O al menos, eso es lo que dicen. Que es un sentimiento eterno.
A mis quince años, creí haber encontrado al amor de mi vida; una morena que hacía latir mi corazón con cada mirada. Pero cuando nuestros secretos fueron r...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
POV MALIA
El viernes había llegado, y con él, la reunión en casa de mi mamá. Ella hace este tipo de juntadas cada vez, al finalizar un mes, desde hace demasiado, ya era una tradición del pequeño pueblo. Toda la semana había intentado mantenerme ocupada, pero la idea de ver a Kylie en persona me carcomía por dentro. Sabía que asistiría, y aunque intenté convencerme de que no me importaba, algo dentro de mí gritaba lo contrario.
Frente al espejo, me arreglé con más cuidado del necesario, como si algo tan simple como un buen maquillaje y una blusa bonita fueran a protegerme de lo que sentía. Mi reflejo me devolvía una mirada que no reconocía hace mucho; nerviosa, ansiosa, pero también algo ilusionada, aunque jamás lo admitiría en voz alta, menos con Davi cerca no podía ni siquiera sospechar de todo, era demasiado complicado como para explicarle a una niña de cuatro años.
Davi estaba sentada en la cama, jugueteando con sus zapatos mientras yo luchaba por mantener los moñitos de su cabello en su lugar, cosa que fue imposible.
—Mamá, me duele —se quejó, haciendo un puchero.
—Ya casi termino, mi amor. Quiero que te veas linda.
—¿Por qué?
La pregunta me dejó pensando más de la cuenta.
—Porque hoy es especial —fue todo lo que pude decir.
Entonces escuché como mamá me llamó, algo desesperada, dejé a Davi con los moños prensados en su ropa y sin peinado.
Cuando bajamos, la casa ya empezaba a llenarse de vecinos y conocidos del pueblo. El aroma a comida casera llenaba el ambiente, mezclándose con el sonido de risas y conversaciones. Mamá estaba en la cocina, supervisando todo con esa eficiencia que solo ella podía tener. Me acerqué para ayudar, pero antes de que pudiera hacer algo, la puerta principal se abrió de golpe.
Mi corazón dio un salto al ver a la morena entrar junto a su madre. Por un instante, nuestras miradas se encontraron, y sentí como si el tiempo se detuviera. Su cabello oscuro estaba peinado con cuidado, y llevaba una chaqueta que le quedaba demasiado bien. Aparté la vista rápidamente, fingiendo que no la había visto, pero sabía que ella me había notado.
Antes de que pudiera procesarlo, Davi soltó mi mano y corrió hacia la madre de Kylie.
—¡Abuela Carol! —gritó emocionada.
La mujer, la mamá de Kylie, que siempre había sido cálida y amable, se agachó para recogerla del suelo, abrazándola con una ternura que me hizo sonreír.
—¡Mi niña! —exclamó Carol, plantándole un beso en la mejilla.
Mamá apareció abrazando a Carol y a la morena, dándome una punzada en el corazón porque sabía que tenía que acercarme a saludar.