El día de cosecha estuvo perfecto. No hubo ansiedad ni pensamientos autodestructivos. Por una vez en mucho tiempo, disfruté el tiempo con Morgan, Ruby y Kylie. Pude decirme a mí misma que merecía este pequeño descanso de ser mamá, que Davi estaba bien. Y era verdad. Mamá no había parado de enviarme fotos de ellas juntas, disfrutando del día.Ya había anochecido cuando el día de cosecha terminó, dejando un aire de tranquilidad en el ambiente.
—¿No quieren ir a tomar algo? —preguntó Ruby, lanzando una mirada coqueta hacia Morgan.
—Deberíamos ir por cervezas —respondió Morgan sin captar el coqueteo evidente de Ruby.
Kylie soltó una risa al darse cuenta de la situación y me miró de reojo.
—¿Qué quieres hacer, Malia? —me preguntó con suavidad.
—Estaría bien, la verdad me hace falta despejarme un poco —suspiré, intentando mantener mi mente en el presente y alejarme de mis preocupaciones.
No pasó mucho tiempo antes de que estuviéramos en el único bar del pueblo, ese que soñábamos con visitar cuando éramos niñas. Ahora, sentadas juntas, el ambiente era liviano, lleno de risas y comentarios que fluían fácilmente entre nosotras.
—Dame ocho cervezas, por favor —pidió Ruby al bartender, con su habitual tono llamativo y seductor.
—¿Ocho? —reí—¿Hablas de dos para cada una?
—Obvio, Mali. Además, esa es solo la entrada —dijo Ruby con una sonrisa exagerada mientras jugaba con su pelo rubio, haciendo un pequeño giro con los dedos.
—Creo que Malia y yo seguimos un poco ebrias desde antes —comentó Kylie, llevándose la botella a los labios con una sonrisa perezosa.
—Esta vez estoy de acuerdo con seguir tomando— respondí, sintiendo una pequeña chispa de alegría en el pecho.
La charla continuó con bromas y risas. Escuché más que hablé, riendo de las ocurrencias de las chicas. A veces era bueno ser la introvertida del grupo.
Amaba observarlas, disfrutar de sus voces y personalidades tan marcadas. Ruby, siempre icónica y despampanante, hablaba con las manos, moviendo sus largas uñas mientras de vez en cuando jugaba con un mechón de su cabello rubio. Morgan, distraída pero hilarante, tenía la capacidad de hacernos reír siempre, parecía perdida en momentos, aunque de vez en cuando sus ojos volvían hacia Ruby de una manera que hacía obvio su interés.
Y Kylie... Bueno, Kylie era otra historia. Cada vez que la miraba, una mezcla de nostalgia, amor y un dolor suave me llenaban los ojos. Era un tipo de sentimiento que quería llorar pero no podía. Jamás pensé volver a estar así con ella, tocándola, hablándole, compartiendo algo tan simple como un día con amigos.
Pero por más que disfrutara este momento, una parte de mí seguía aturdida. ¿Qué pasaría ahora? ¿Cómo haríamos que esto funcionara? Y, sobre todo, ¿cómo le explicaría todo esto a Davi? Un escalofrío me recorrió el cuerpo, tensando mi mandíbula de inmediato.
Forcé una sonrisa y traté de enfocarme en las palabras de las chicas, pero no funcionaba. La presión en mi pecho comenzó a crecer, hasta el punto de ser incapaz de hablar. Era como si estuviera atrapada, inmovilizada por la ansiedad que ahora me consumía.
El zumbido de mi celular en el bolsillo me devolvió un poco de control. Lo saqué rápidamente, buscando algo que me distrajera de lo que sentía. En la pantalla había un mensaje de un número desconocido, el mismo que había visto antes.
"Malia, por favor responde. Tenemos que hablar y lo sabes".
Mi ceja se alzó automáticamente al leerlo. ¿Quién era? Nada me venía a la mente, pero respondí sin pensar demasiado:
ESTÁS LEYENDO
Aeternum - Kylia
FanfictionEl primer amor nunca se olvida. O al menos, eso es lo que dicen. Que es un sentimiento eterno. A mis quince años, creí haber encontrado al amor de mi vida; una morena que hacía latir mi corazón con cada mirada. Pero cuando nuestros secretos fueron r...