Aeternum - Kylia

9

El día se sentía pesado.
Mis piernas pesaban y en realidad ni siquiera estaba de pie.
Miles de recuerdos invadieron mi mente.
Recuerdos que lastimaban alguna parte de mi.

~Flashback~

El ambiente estaba tenso desde que entré a su casa, pero no podía darme la vuelta. Había llegado demasiado lejos para detenerme ahora.

Kylie estaba frente a mí, con el ceño fruncido y la mirada esquiva. Parecía nerviosa, como si algo más estuviera pasando.

—Malia, no deberías estar aquí —dijo en voz baja, apenas un susurro, mientras lanzaba rápidas miradas hacia la puerta.

—¿Qué estás diciendo? —respondí, sintiendo que mi pecho se cerraba. —Kylie, por favor... lo que pasó ayer no fue solo una pelea tonta. No puedes ignorarme así.

Ella pasó una mano por su cabello lacio, visiblemente inquieta.

—No estoy ignorándote, pero esto... no es el momento. No aquí. Vete ahora, Malia.

Su voz era firme, pero yo veía el dolor escondido en su mirada. Me acerqué un paso más, ignorando su intento de retroceder.

—No me importa quién esté aquí. Quiero arreglar las cosas contigo, Kylie.

—¡No entiendes! —soltó de repente, bajando la voz rápidamente, como si temiera que alguien la escuchara. —No puedes estar aquí, ¿entiendes? Si mi papá te ve...

Pero no la dejé terminar.

Tomé su rostro entre mis manos y la besé. Fue un beso desesperado, lleno de todo lo que no podía decirle con palabras. Por un segundo, Kylie correspondió, aferrándose a mí como si ese momento fuera lo único real en el mundo.

Y entonces, el sonido de la puerta rompiendo el silencio nos hizo separarnos de golpe.

El corazón se me detuvo al ver a su padre en el umbral, su rostro rojo de furia.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —rugió, avanzando hacia nosotras con pasos pesados.

—¡Papá! —intentó decir Kylie, interponiéndose entre él y yo. —No es lo que parece...

—¿No es lo que parece? —se burló con una risa amarga. —Te encuentro besándote con ella en mi propia casa, y tienes el descaro de decirme eso.

—Señor, yo... —intenté hablar, pero su mirada se posó en mí, y el miedo me paralizó.

—¡Tú cállate! —gritó, señalándome con un dedo tembloroso. Su mano se alzó de repente, como si fuera a golpearme, pero Kylie se interpuso rápidamente.

—¡No te atrevas! —gritó ella, empujándolo con fuerza.

El impacto fue suficiente para que él retrocediera un paso, pero no se detuvo.

—¿Crees que puedes desafiarme, Kylie? —gruñó, avanzando hacia ella. —¡Mira en lo que te has convertido! ¿Crees que es normal? ¿Que esto está bien?

—¡Basta! —grité finalmente, pero mi voz sonó débil incluso a mis propios oídos.

Kylie me miró por encima del hombro, sus ojos brillando con una mezcla de miedo y determinación.

—Malia, tienes que irte. Ahora.

—Pero...

—¡Ahora! —repitió, y su voz se quebró al final.

Mi cuerpo temblaba mientras daba un paso hacia la puerta. Antes de salir, escuché cómo el padre de Kylie seguía gritándole, sus palabras llenas de odio y rabia.