24. El peor almuerzo.

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En lo primero que pensé al despertar fue en el omega, las pasadas advertencias paternas realmente me causaron cierta opresión en el pecho.

Jamás seguía las recomendaciones de mis padres. Tenía mi propia forma de ver el mundo y ocasionalmente era contraria a la de ellos. Sin embargo, después de conocer a NuNew, comencé a aceptar que tal vez mis padres tuvieran ideas más claras que las mías y escuchar sus preocupaciones y consejos comenzó a volverse una parte importante de mi vida.

Miré de soslayo el blanco y peludo cojín que se encontraba a mi lado y me abracé a él. De esa manera comenzaban todos mis días, de haber podido, hubiera llevado conmigo el cojín a cada lugar que fuera, pero el objeto resultaba demasiado valioso para ser expuesto al exterior, por lo que todos los días me despedía de él y salía hacia la oficina.


Tomé mi teléfono y marqué el número de NuNew. No hubo respuesta. Lo intenté tres veces más con el mismo resultado.

Impaciente, revisé mi itinerario del día; cuando el sonido del móvil me desconcentró:

- ¿Qué ocurre?

- El señor está saliendo de la residencia. - Informó el alfa que se encargaba de la seguridad de la residencia Perdpiriyawong.

Rápidamente tomé mi otro teléfono y efectivamente encontré un mensaje de Nell:

"Salimos sin dirección definida. Lucho Portuano luce feliz. No me llames y no respondas este mensaje."



¿NuNew luce feliz? ¿Por qué luce feliz?

- ¿Señor Panich? ¿Señor Panich? - Preguntó Lois.

Alcé la vista y me encontré con sus ojos mientras el vehículo que nos conducía, se acercaba a la empresa.

- No ocurre nada, Lois.

- Señor... está sonriendo. - Señaló sorprendida.

Rápidamente desvié la mirada y oculté mi teléfono.

- Señor... - Retomó ella. - La doctora Hellewell le ha enviado otro recordatorio.

- Excúsame, Lois.

- Señor...

- ¿Sí? Dime.

- No, lo lamento, no tiene importancia. - Mencionó y luego volvió la vista a la tableta que siempre traía consigo.


***


A las once de la mañana recibí un nuevo mensaje de Nell, detallando la ubicación elegida por mi omega para desayunar.

Busqué el sitio en la pantalla que tenía sobre el escritorio. Era una cafetería modesta pero con una vista magnífica del mar. Por un momento fugaz, me vi a mi mismo tomando la mano del omega, ambos desayunábamos perdiendo nuestras miradas en el otro, teniendo como arrullo las olas del mar.

- Señor Panich, su almuerzo con el conde Loftus comienza en media hora. El auto lo espera. - La voz de mi secretaria me extrajo de mis ensoñaciones matutinas.

Soñar despierto se hacía cada vez más habitual y siempre me encontraba con la vista de Lois sobre mí cuando despertaba. Ella me miraba con una expresión entre seria y desconforme, pero eso no me molestaba, más bien me recordaba que tenía que esforzarme más. Hacer dinero era mi tercera prioridad, porque cuando llegara el momento de ofrecer una dote por mi querido omega, pondría muchos ceros en el cheque.

CORONA DE SANGRE (Parte 2: "Con Alfa")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora