Bajo el Mismo Techo

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El avión aterrizó en Monza al caer la tarde

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El avión aterrizó en Monza al caer la tarde. Todo el viaje había transcurrido en un incómodo silencio, con Emilia mirando hacia la ventana como si yo no existiera. No era como si me importara demasiado. Después de todo, los silencios siempre habían sido preferibles a discutir con ella. Aunque, siendo honesto, las discusiones tampoco eran tan malas...

Nos bajamos del avión y recogí nuestras maletas sin siquiera preguntar si necesitaba ayuda. La conocía lo suficiente para saber que no la aceptaría, aunque probablemente se quejaría de todas formas. Emilia caminaba detrás de mí, arrastrando su maleta como si todo esto fuera una tortura personal.

Cuando terminé con el papeleo necesario y estábamos listos para salir del aeropuerto, mi teléfono vibró en el bolsillo. Era un mensaje de Chiara.

*"Estoy en el estacionamiento con tu auto. Ven rápido, te llevo a casa."*

Suspiré. Sabía que Chiara siempre encontraba la forma de meterse en mis asuntos, pero esta vez estaba cruzando la línea. La llamé inmediatamente, ajustándome los auriculares mientras Emilia seguía arrastrándose detrás de mí.

-Chiara, ¿por qué estás aquí con mi auto? -pregunté, sin molestarse en ocultar mi molestia.

-¡Hola a ti también, Aron! Estoy aquí porque soy eficiente, cosa que deberías agradecer. -Su tono era ligero, pero detrás de esas palabras había una clara intención de manipulación. Como siempre.

-Escucha, Emilia se quedará en un hotel. Ya hablé con mi representante, y él se encargará de todo. No es necesario que te metas en esto. -Aceleré el paso, adelantándome a Emilia mientras hablaba.

Hubo un momento de silencio antes de que Chiara respondiera, y eso ya me preocupaba.

-Oh, Aron, eso no va a pasar. -Su voz era firme, como si ya hubiera tomado una decisión. -Le dije a papá que cancelara la reserva del hotel. Emilia se quedará en tu casa.

Me detuve en seco, parpadeando incrédulo. ¿Qué diablos estaba diciendo? Giré la cabeza para mirar a Emilia, que ahora se había detenido a unos pasos de mí, con una expresión que claramente decía: *¿Qué estás haciendo ahora?*

-¿Qué? -respondí, manteniendo la voz baja pero claramente irritado. -Chiara, no puedes hacer eso.

-Sí, puedo. Y ya lo hice. Es mejor para tu imagen, Aron. ¿No recuerdas por qué está aquí? La gente necesita ver que eres accesible, humano, un caballero. Dejarla en un hotel sería un error estratégico.

Rodé los ojos y presioné los dedos contra mi sien. Esto era exactamente el tipo de cosas que Chiara hacía, y siempre salía con la suya.

-Chiara, mi casa no es un hotel. No es un lugar para... -bajé la voz al darme cuenta de que Emilia ahora estaba lo suficientemente cerca como para escuchar. -... para esto.

-Oh, vamos, Aron. No te quejes. Te veo en el auto. -Y con eso, colgó.

Guardé el teléfono y lancé un suspiro, antes de mirar a Emilia, que ahora cruzaba los brazos y me miraba con una ceja levantada.

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